Capítulo IX DECIDA LO QUE QUIERE de CLAUDE BRISTOL en EL PODER ESTA EN USTED







IX

DECIDA LO QUE QUIERE


"No existe ser humano más miserable que aquel a quien sólo le es habitual la indecisión."

WILLIAM JAMES


No puede negarse que cuando se ha decidido una cosa debe hacerse. Pero lo malo es que la mayoría de nosotros vacila, da rodeos, y rara vez se decide a hacer lo que quiere, o a determinar claramente el camino que debe recorrer.

Todos los ensueños y deseos podrían convertirse en realidades si nosotros pensásemos constantemente en ellos, y terminásemos con los miedos y los peros. Otra vez, la mayoría de nosotros, cree que sabe lo que quiere, cosa que no es así. Esto parece una paradoja, pero si todos supiéramos lo que queremos, lo obtendríamos, con tal de tener la fuerza de voluntad, el vigor, la fuerza dinámica y el valor para luchar por ello.

EI mundo está dividido en dos clases de personas: los que deciden y los que vacilan; y entre los últimos está la mayoría de los hombres y mujeres.

Cuántas veces se ha dicho: "¿Debería hacerlo o no?" La indecisión acaba con mayor número de vidas humanas que cualquier otra cosa.

"Ese algo" —el poder creador interior— no puede atraerle cosas magnéticamente, a menos que usted las haya magnetizado mediante su decisión. Un imán no puede atraer en dos direcciones a la vez. Su poder magnético tiene que estar concentrado sobre algún objeto definido. Esto se demuestra pasando un imán sobre un montón de limaduras de hierro. Cuando usted apunta el imán a un lugar específico del montón, las limaduras de hierro van hacia allí instantáneamente. Separe el imán de aquella sección y verá que su poder disminuye en proporción a la distancia y dirección.

Cuando usted lucha consigo mismo mental y emocionalmente, confunde e incluso anula sus poderes magnéticos de atracción. La condición inestable del cuerpo y de la mente sólo puede traer consigo condiciones de inestabilidad. No puede traer otra cosa.

El gran lamento de miles de seres humanos es: "No puedo decidirme". Esta es una de las tristes canciones que puede surgir del corazón humano, porque suena como el toque funerario de la esperanza, la ambición, la confianza en sí, la iniciativa y el triunfo.

Mientras uno no pueda decidirse, es relativamente indefenso, incapaz de moverse con seguridad en cualquier dirección con un sentimiento de tranquilidad.

—Mi mente es igual que una cama deshecha —me dijo una vez una mujer—, todo está revuelto en ella. Yo tengo miedo de hacerla, por temor de dejarla peor aún de lo que está. ¡Creo que es mejor dejarla como está!

¿Quiere permanecer donde está ahora? ¡En tal caso no se decida! A menos que cambie de modo de pensar, seguirá en la posición en que se encuentra ahora. O descenderá más aún, porque en la vida nada permanece inmóvil.

Se mueve para arriba o para abajo. El metal se oxida si no se hace nada para mantenerlo limpio y libre de las fuerzas desintegradoras.

Uno no puede quedarse detrás en el desfile de la vida. Hay que seguir adelante, en bien de uno, a todas las edades.

La naturaleza aborrece todo cuanto renuncia a su utilidad. Los cuervos están siempre dispuestos a cebarse en las formas de vida que abandonan la lucha. ¿Esto parece triste? Pues no lo es. Hay algo que se encarga de todo en las diversas fases de la vida y de la llamada muerte.

En su cuerpo millones de células viejas están muriendo y naciendo millones de células nuevas, constantemente. Usted no se da cuenta de ello.

Lo mismo ocurre con las ideas. Cuando se adquieren experiencias, se van matando las ideas viejas y concibiendo ideas nuevas. Si esto no se hace, las ideas anticuadas irán cerrando su mente, oxidando su cerebro y retardando su progreso.

Si usted encuentra que no puede decidirse como antes solía, es probablemente porque está luchando con ideas viejas, con viejas costumbres y deseos, que no puede abandonar, aun cuando su "voz interior" le diga que las arroje por la borda y que haga lo que interiormente sabe que debería hacer.

¿Habéis llegado al Mar Rojo de vuestra vida cuando, a pesar de todos vuestros esfuerzos No hay medio de avanzar, ni de retroceder ,ni se puede hacer más que atravesarlo? ANNIE JOHNSON FLINT

Si éste es su estado de espíritu y la situación de su vida en este momento, es bueno. Si tiene la espalda contra la pared, si se ve impedido por la indecisión y las circunstancias de su creación consciente e inconsciente, entonces no hay más remedio que tomar una decisión radical.

Por lo tanto, enfréntese con la realidad, reorganice sus fuerzas dispersas, decídase, ¡y avance!

DECIDA... ¡Y LUEGO ACTÚE!

Muchos hombres y mujeres han alcanzado ese aparente límite de su resistencia, descubriendo luego que tenían nuevas fuerzas en los momentos que las necesitaban, una vez que llegaron a una decisión positiva, una vez que se dijeron seriamente: ¡Voy a enfrentarme con este problema y llegar hasta el final!

No hay undécima hora demasiado tarde en la cual "ese algo", el poder creador interior, no pueda ser magnetizado mediante el pensamiento y la decisión certeros, dándole a uno la fuerza y la sabiduría para abrirse camino.

"Dios me habló en mi gran momento de necesidad". Este es el gran testimonio de miles de hombres y mujeres agradecidos. Quieren decir que finalmente se vieron impulsados a apelar a los recursos interiores que Dios les dio, después de haber probado todo lo demás y fracasado... ¡y el poder interior que podían haber usado durante todo aquel tiempo, respondió a su llamado!

No cometa el error de pensar que puede triunfar alguna vez usando sólo la mente consciente. Al egoísta le gusta pensar que todo lo ha hecho él, gracias a su fuerza de voluntad y a su fuerza física. Se da palmaditas en la espalda y dice: "Mírenme. ¡Soy un hombre que se ha hecho solo!" Pero si este egoísta sufre un revés en los negocios, o en su vida privada, su ego se desinfla. Va con el sombrero metido hasta las orejas, la barbilla dentro del cuello de su chaqueta, los ojos fijos en tierra y murmurando para sí: "No comprendo cómo me puede ocurrir esto".

Oh, sí, usted puede conseguir algo mediante su impulso físico, mediante sus ideas conscientes, su ingenio y la filosofía de suponer que es uno mismo el que sabe. Pero lo que se gana por la fuerza, eventualmente se pierde por la fuerza. No hay un poder estabilizador. Alguien que emplea la misma táctica, puede arrollarle a uno. Entonces como se ha hecho un mal uso de las potencias interiores —si es que han llegado a usarse— uno se encuentra perdido. Por primera vez en la vida se siente miedo. Se ha perdido la fe en los métodos empleados para llegar hasta donde se ha llegado... y se tiene escasa fe en Dios y en los demás hombres.

El mundo en un páramo, y uno se siente la criatura más estéril. Peor que nada, la confianza en sí y en todo lo demás se ha quebrantado de tal manera, que uno no sabe qué hacer para solucionarlo.

DEJE DE CULPAR A SU DESTINO... SEA SINCERO CONSIGO MISMO

No le quedan más que dos caminos. Puede subir o puede bajar. Puede darse a la bebida, procurarse un colapso nervioso y andar a la deriva el resto de la vida, quejándose acerca de lo que "pudo haber sido" si hubiese vivido de un modo diferente, pero diciéndose "ahora es demasiado tarde".

Pero si usted pertenece a ese menor porcentaje de hombres y mujeres que han sido sinceros consigo mismos, sabrá que nunca es demasiado tarde para tomar el buen camino. Descubrirá que no ha sabido emplear la más maravillosa fuerza de su vida, su poder creador interior, que en ocasiones pudo servirle muy bien.

Uno se siente invadido por un profundo sentimiento de humildad, y se pierden las actitudes de egoísmo y presunción. Una vez que se ha llegado al fondo, se descubre que hay una base sobre la cual construir, que se puede comenzar de nuevo la vida y hacer de uno algo mejor de lo que antes era, quizás algo no tan llamativo, pero mucho mejor y satisfactorio, mucho más saludable y deseable. Entonces, al final, puede decidir lo que es mejor para usted, sin preocuparse de lo que le van a hacer los demás, a menos que usted quiera hacer algo por ellos primero. Le ha llegado la seguridad interior de que lo que realmente necesita le será proporcionado por su poder creador, si actúa de acuerdo con él y lo dirige mediante las imágenes mentales adecuadas. No sólo esto, sino que no se da cuenta de que ha perdido mucha cosas en la vida de un valor superior a muchas de las cosas que uno creía tener un poco antes.

Quizás, en un sentido radical, usted no encaja en la categoría que acabo de describir. Pero en un sentido menor, todos encajamos. Es humano el cometer errores, humano el permitir que nos arrastren ciertos deseos emocionales, el ir más allá de nuestros reales propósitos y potencialidades en la vida.

—Yo lo sabía, pero lo hice de todas maneras— dicen con tristeza muchas personas prudentes, cuando han aprendido a conocerse mejor y han vuelta al camino recto.

Si ha llegado a ese punto, ahora es el momento. Para usted no hay otro momento que ahora. Si no lo hace ahora, no lo hará jamás. ¡Ha llegado, el momento de la decisión!

"No es posible avanzar, ni retroceder, no se puede más que atravesarlo".

¡Anímese! ¡Decídase! Haga frente a lo que sea. Cuanto más lo demore, será peor.


LA DECISIÓN SIEMPRE MAGNETIZA

La decisión inicia una acción magnética en su mente que dispone nuevamente las limaduras de hierro de su vida, arregla las piezas rotas, construye con ellas un tejido nuevo, fortifica las partes débiles y da una nueva resolución y vitalidad a los dictados de la "voz interior".

Déjese orientar por su yo interior, siga sus dictados, por difíciles que le parezcan en el momento, pida perdón a los que haya ofendido, termine con los pasados resentimientos y odios, libre su conciencia de pasados miedos e inhibiciones, de modo que su mente pueda ser el canal de los buenos pensamientos y pueda comenzar a atraerle cosas buenas.

Abandone para siempre la indecisión.

Esto no puede llevarle jamás a ninguna parte. ¿Quién quiere vivir una miserable existencia de "sí y no" y "quizás"?

—Yo prefiero tomar una mala decisión y hacer algo para remediarla que el no tomar decisión alguna —me dijo un negociante de gran éxito—. Si estoy alerta —agregó— puedo decir generalmente si una decisión es acertada o no, antes de que me haga daño, y de esta decisión inadecuada puedo tomar una decisión buena. Pero si no me decido, no iré a ninguna parte.

Se necesita fe y valor para tomar muchas decisiones, pero los seres fieles y bien integrados son los que se atreven a actuar sin vacilación, basándose en su juicio y la intuición del momento.

A Joseph Addison se debe la siguiente declaración: "La mujer que delibera está perdida".

LO QUE HACE LA INDECISIÓN

Estoy pensando ahora en la mujer que estaba enamorada de dos hombres al mismo tiempo. Los dos querían casarse con ella, pero ella no sabía decidirse y los hizo esperar más de un año. Finalmente se decidió, pero le confió a su madre, el día de su boda, que había cometido un error. Llevó su indecisión al matrimonio, siempre preguntándose si no habría sido más feliz con el otro hombre. Esta vacilación la turbó emocionalmente, reflejándose en las relaciones sexuales con su marido. Se volvió frígida, preocupada por la decisión que había tomado, temerosa de confesar sus sentimientos al marido. Pero una noche, él exclamó desesperado: "¡Me habría gustado que te hubieras casado con Bill!" Y ella respondió impulsivamente: "¡Y yo lo habría querido también!"

Este alivio de tensión, al sacar el tema a la superficie, la ayudó a enfrentarse consigo misma. Se dio cuenta de que se había creado un problema ficticio, de que su indecisión le había hecho dividir sus sentimientos emocionales entre los dos hombres, y que si le ocurría algo malo en la asociación con el hombre que había elegido, imaginaba, para curar sus sentimientos heridos, una perfecta relación existente entre ella y el hombre con quien no se había casado.

—Ahora estoy segura de que te amo realmente —le dijo a su marido—, que no cometí ningún error cuando algo en mi interior me dijo que tú eras el indicado. Siento mucho haber sido tan tonta e infantil... ¡pero resulta difícil romper los hábitos de una vida!


TOME AHORA SU DECISIÓN POSITIVA


Si la indecisión lo abruma... rompa esta costumbre. Si no es así, va a vivir miserablemente el resto de su vida, y el porcentaje de sus malas decisiones atraerá sobre usted muchas malas condiciones.

La "voz interior" no puede llegar a ustedes cuando se hallan en un estado de indecisión mental y emocional.

Un predicador, pariente mío, sufrió perturbaciones mentales de joven. Sus estudios le hicieron dudar de ciertas partes de la Biblia. Comenzó a censurarse por enseñar cosas en las que no creía. Esto dio lugar a un conflicto interior, a la constante pregunta: "¿Hago bien o mal continuando en este ministerio?" Finalmente contrajo un asma, y sufría ataques antes de subir al púlpito los domingos. Era el medio que empleaba la naturaleza para evitar que dijese lo que creía que no debía decir. Su cuerpo reflejaba el estado de su espíritu. Por fin, se retiró de su ministerio, alegando la falta de salud, sin confesar sus recelos ni siquiera a su esposa. Durante treinta años este hombre, altamente inteligente, vivió una vida de torturas. Los ataques de asma eran más graves cuando luchaba consigo mismo por pecados de omisión y de acción: "¿Hice bien o no?"

Hacia el final de su vida tuve una charla con este pariente. Me dijo que tenía que quitarse una idea de la cabeza. Cuando me confesó lo que le había estado preocupando todos aquellos años, quiso saber si yo creía que iba a condenarse por aquello. Le aseguré que creía que el Poder Divino del universo era demasiado grande y comprensivo para condenar a un hombre... que todos cometemos errores... que el único modo de alcanzar la perfección era a través de los errores. Entonces me dijo: "Oh, si pudiera vivir de nuevo. Habría dejado la Iglesia y me habría dedicado a escribir y a expresar mis convicciones abiertamente, honradamente, porque ahora me doy cuenta, demasiado tarde, que había mucha gente que pensaba como yo. ¡Pero dejé que el miedo, la indecisión y la autocondena me impidieran realizar mi verdadera labor!"

Mucha gente, al verse enfrentada con dos posibles caminos, sin estar segura de cuál es el conveniente, trata de seguir ambos... generalmente para su desgracia. Nadie puede avanzar mucho por dos direcciones a la vez. Hay que elegir, y generalmente se elige bien, si uno se deja guiar por la "voz interior". Pero siempre resulta tentador escuchar la voz de nuestras emociones, de nuestros deseos personales o prejuiciados... que muchas veces nos descarrían.

Shakespeare hizo decir a su Hamlet lo que muchos de nosotros hemos dicho en medio de una turbación:
Ser o no ser, la alternativa es esa

Si es a la luz de la razón más digno sufrir los golpes y punzantes dardos de suerte horrenda o terminar la lucha en guerra contra el piélago de males... (y más luego, parafraseando):

...Si el recelo de un algo tras la muerte...

Haciéndonos sufrir el mal presente

Más bien que en busca ir de lo ignorado...

¡Qué fácil es, cuando nos vemos acosados de males de todas clases, el imaginar males mayores... y decidir soportar los males que padecemos en lugar de tratar de superarlos; y por esto, imaginamos otros males desconocidos! La decisión nace del valor y el valor nace de la fe en sí mismo y en el poder interior que Dios nos da.

¿Por qué seguir imaginando una continuación de los problemas y condiciones que nos rodean ahora?

Hay que decidir terminar con ellos cambiando resueltamente las imágenes, y de este modo dar a "ese algo" interior el poder de cambiar el futuro... ¡para mejorar!



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