Las
Antorchas que iluminan el Cosmos se encienden en el instante mismo en que las
almas van en pos del Amor. Es así que en este instante esas antorchas se llenan
de Luz porque vosotros estáis en busca del Amor.
Es así
como en este instante se ilumina vuestro interno con la Luz radiante del
Espíritu para penetrar en lo más profundo de vuestro ser y encontrar vuestro
propio camino, encontrar el sendero que vuestros pies deben acariciar e ir
dejando su huella, el sendero maravilloso de la Evolución Espiritual. Es así
como se abre la Puerta de los Cielos para recibir al caminante que agobiado va
por los caminos de la vida, hacia el camino sin final, el camino de la
Eternidad.
El
camino que desde siempre y para siempre el Espíritu ha de andar. Es así que
vosotros, desde la noche de los tiempos, surgiendo desde la oscuridad de
vuestra conciencia vais despertando un poco más, en este plano de manifestación
material, hacia esa eternidad. Desde la noche de los tiempos, perdidos en la
oscuridad y en la lejanía, así es vuestra conciencia que ha ido despertando
lentamente hasta llegar al estado refulgente en que hoy os encontráis, llenos
de gloria, gloria porque tenéis la Luz en el entendimiento, porque tenéis el
Amor en vuestro corazón. Y esto tal vez os resulte poco, en comparación
con vuestras aspiraciones, y os sintáis minúsculos ante el sueño de vuestra
propia grandeza; os sintáis inmerecedores, comparando el Ser al que aspiráis llegar en
relación con vuestras pobrezas humanas que hoy tenéis, mas os digo Bienaventurados
discípulos muy amados en quienes me complazco derramando mi Amor, que sois
vosotros los merecedores de esta Luz porque ha tiempo que habéis venido
siguiendo la estela de Paz y de Amor que a mi paso os voy dejando.
Al invitar y llamar a aquéllos que sus redes en el mar de la vida
quieren echar, y vosotros respondéis al llamado, vosotros estáis respondiendo
al Silencio que hay en vuestro interno, a la Voz que resuena en el Silencio,
buscando la Luz en el Sendero, en vuestro propio Sendero Espiritual. Es por eso que os
engrandecéis, es por eso que os hacéis como Gigantes, más allá de lo que os
conceptuáis a vosotros mismos, que muchas veces no os concebís en las
dimensiones adecuadas de vuestra propia grandeza, llenándoos de humildad y de
sencillez, dando cumplimiento a la enseñanza “no sepa tu mano izquierda lo que
hace tu mano derecha”, y así vosotros mismos no os ensalzáis ni os ponéis
frente a un espejo para adularos, para daros reconocimiento, para daros aliento
a vosotros mismos, propiciando el autoconsuelo y la autoconmiseración. Pero en
todo esto vais encontrando esta Grandeza porque no necesitáis engañaros a
vosotros mismos, porque no necesitáis del reconocimiento externo, cuando he
aquí que estoy entre vosotros.
Bien
sabéis, porque os lo he dicho, Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida Eterna. Aquél que a Mí viene, encontrará
esa Vida Eterna. Vosotros que vais caminando desde siempre y para
siempre, como Entidades Espirituales, os digo que vais marcando con vuestros
pasos el Sendero hacia la eternidad, y a veces os preguntáis si realmente
estáis en el camino, en el Sendero que os vengo a señalar. A veces os
preguntáis si no tal vez habéis equivocado vuestros pasos; surge la duda, surge
la inquietud.
En
estos tiempos de turbación, en estos tiempos en que las mentes caen en
desasosiego, se genera gran turbulencia y todos los conceptos se precipitan
sobre el hombre tratando de apabullarlo, tratando de aniquilarlo, sometiéndolo
al más profundo materialismo. Haciendo que su razón funcione al máximo y tratando
de someter todo a una explicación lógica, a una explicación secuenciada a fin
de encontrar la punta, el principio, la causa primera de todo cuanto existe, la
causa primera de todas las causas, sin que finalmente la razón pueda llegar a
tal profundidad y tal vez en algunos el desquiciamiento o la frustración
aparecen, por no poder pasar más allá de las barreras que imponen las dimensiones de su
intelecto material. Más no suceda esto en vuestro corazón y en vuestro entendimiento.
Bien os
dije que tendríais en estos tiempos confusión, que sería una vorágine, como un
remolino que trataría de succionaros hacia el centro, de engullir a todo aquél que en su osadía
precipitadamente tratase de reducir toda la grandeza espiritual a una síntesis
insulsa, a una síntesis intrascendente de conceptos lacónicos que tratan de
explicar brevemente lo que es la eternidad, lo que es lo infinito, y todo esto
trasciende al intelecto, al entendimiento y a la razón, y hay que despojarse de
todo esto a través de la apacible meditación-adoración, de relajar el interno, a
fin de que surgiendo las alas del arcángel, podáis entonces conquistar las
alturas a las cuales no puede llegar el entendimiento, y es necesario sentir,
es necesario percibir en la sutileza de vuestra propia profundidad espiritual,
más que de concebir, más que de percibir formas, habréis de sentir los efluvios
del Amor, la emoción que embarga vuestro interno en la contemplación sublime de
la Luz, la Luz Espiritual que llegando como un rayo desde las alturas se hiende
en vuestro pecho para profundizar y llegar a lo más hondo de vuestro ser
alcanzando las fibras más internas de vuestra conciencia, para que cual cuerdas
pulsadas de un instrumento, viertan su melodía celestial y a la Luz de la
inspiración del Verbo Divino, puedan entonces cautivar a las almas benditas que
quieren rescatar.
Esto es
cuánto debe ser en vuestra existencia, la excelsitud y la grandeza movidas por
la Fe que mueve las montañas. Esto es lo que el Hombre está perdiendo en estos
tiempos de confusión material, donde el materialismo se extiende como un gran
oleaje que amenaza con cubrir las playas y extenderse hasta las montañas, donde
ese materialismo atroz hace que el Hombre se sumerja en una inconsciencia, y los
valores poco a poco se van perdiendo: Los valores espirituales, los valores morales,
cayendo en la indiferencia.
La
juventud se precipita a una vorágine de pasiones, la juventud se rebela contra
los sistemas sociales, y todo es contradicción, aparente comprensión, aparente
equilibrio, estando a punto de llegar, tal vez, una destrucción parcial que el
hombre mismo ha engendrado con sus propios desequilibrios. No es menester
narrar cuadros de sufrimiento, para vuestra mente es fácil conceptualizarlo y
no es la finalidad de la enseñanza en ningún momento, el plasmar cuadros de
sufrimiento en vuestra mente, en vuestro interno, sino por el contrario, con la
realidad que tenéis vosotros, con la realidad contundente de los sufrimientos
que podéis percibir en todas las miserias humanas, vengo más bien a daros
fortaleza y a daros consuelo, a daros mi apoyo y mi Amor y a dejaros sentir mi
Luz en vuestro interno, para que sepáis vosotros que sois Pilares del Templo
Espiritual.
Que
vuestra misión y vuestra actividad, por muy humilde que la consideréis, por
escasa de méritos espirituales que la tengáis calificada, he aquí que es muy
importante, muy trascendente para la obra de Ascensión del Ser Humano, porque
en estos tiempos de gran confusión la Luz resplandeciente trata de ser opacada
doquiera que pretende surgir como un chispazo de esperanza, y vosotros,
aportando vuestro minúsculo grano de arena, según tenéis conceptualizado, no os
dais cuenta de la Grandeza de este aporte maravilloso que cada vez que vuestros
labios se abren para mencionar palabras de Amor, para llevar las palabras de
consuelo, para entregar la enseñanza que llega hasta vuestros oídos, estáis
haciendo una labor Infinitamente Grande, aunque no os deis cuenta, por la
rutina en que habéis caído, por el ajetreo de vuestra vida, en que los valores
han dejado de ser tal. Tenéis una apreciación en sentido devaluativo de vuestras
propias actividades y es tan importante que comprendáis que sois importantes
para la Gran Misión Espiritual, es tan importante que comprendáis que sois como
un pequeño diente de un gran engrane, del engrane cósmico, del engranaje de una
inmensa maquinaria, como un reloj cósmico que está marcando el devenir del
tiempo y va marcando a su vez el transcurso de este tiempo, y vosotros formáis
parte de todo esto, vosotros formáis parte de esta Gran Misión Espiritual.
Y
aquéllos que a sí mismos pudieran considerarse como inmerecedores de una
actividad espiritual, de ser Depositarios de la Luz, he aquí que están en un
error, pues cada uno de vosotros es un Templo de mi Luz, y cada uno de vuestros
pasos es un mensaje de Paz y de Amor que estáis llevando. Así de importante es
vuestra existencia aunque creáis que estáis crucificados, porque el dolor sale
a vuestro paso, porque vuestras plantas son laceradas por las espinas, y
vuestra piel sangra por toda la adversidad que hay por los caminos de la vida.
Así es
entonces que vuestra vida aún llena de dolor es una vida fructífera, aunque no
sepáis ver más allá de vuestras pestañas. Sois más importantes de lo que
vosotros pensáis. Sois precisamente las Bellas Flores del Vergel Florido
de la Espiritualidad. Cada uno de vosotros es como una blanca flor de loto de
belleza indescriptible, como una blanca flor en un pantano, que no os
contamináis porque os rodeáis de Amor, que sabéis sobrevivir a pesar de toda la
contaminación que hay en la mente y en el ambiente mental en el que os estáis
desenvolviendo, porque habéis aprendido a orar con el sentimiento, con el corazón
y no solamente con la dicción del verbo que fluye de vuestros labios, porque
habéis aprendido a amar, perdonando, perdonando la injuria o la ofensa.
Porque
habéis aprendido el valor de poner la mejilla izquierda cuando os abofetean en
la derecha, porque todo esto habéis aprendido, amados míos que vais en el camino sin
fin. Por eso os digo que sois vosotros Pilares del Templo de la Espiritualidad
a pesar de que vuestra existencia esté llena de dolor. No os fijéis en tanto
dolor, sino poned vuestra mirada en el Horizonte de Esperanza que abre sus
brazos para ofrendaros una vida mejor, en el Horizonte de Esperanza en el cual
se levanta la Luz Iridiscente del Sol que ha de llegar a vuestro propio cenit
para daros la Iluminación Espiritual. Buscad esto en vuestra existencia, buscad
el Reino de Dios y su Justicia, y todo tendréis por añadidura, mas no busquéis
los tesoros materiales porque atado ha de quedar vuestro corazón.

Buscad
pues la Grandeza que hay en vuestro interno, a través del Silencio de la meditación
que os conduce a lo recóndito de vosotros mismos. Caminad por el Sendero que
conduce a la elevación espiritual a través del silencio de vuestra mente y
aprended a escuchar; no impongáis vuestra palabra ahí donde es mejor escuchar,
aprended a escuchar para que surja el consejo sabio de vuestro Ajustador del
Pensamiento (Dios en vosotros), que fluya en breves palabras, precisas y
concisas, que lleven al necesitado a la consecución de la satisfacción de su
necesidad, sin que vosotros os convirtáis en el
báculo o en la muleta en la que se apoye, sino en el verdadero Maestro que
ilumine su camino para que él por sí mismo ande sus propios pasos y conquiste
su propia Libertad.
No
consoléis únicamente con la moneda que alimenta un día, sino alimentad con la
sabiduría que le dará vida eterna por siempre y para siempre. No os dejéis
llevar únicamente por el sentimiento que conmueve las entrañas, por el
sentimiento que embarga al corazón. Mirad con la Luz del Entendimiento a fin de
que sepáis guiar adecuadamente, porque tal vez no salvéis a nadie evitándole el
dolor, sino le salvéis más dándole la oportunidad de experimentar, de vivir, de
adquirir conciencia. Y esto es precisamente lo que yo hago con vosotros. No
vengo a cambiar las leyes, no vengo a dar incumplimiento a aquello que por
siempre debe cumplirse, es así que no os puedo liberar del dolor, si vosotros
mismos no buscáis la liberación.
Si
vosotros conducís vuestros pasos a los abismos de dolor, he aquí que tenéis que
aprender, he aquí que tenéis que experimentar y a vuestra propia cruz habréis
de llegar. Y en ella estará vuestra salvación. Es aquí donde está el
significado profundo de la perfección, tanto de lo bueno como de lo malo.
Aquello que vosotros conceptuáis como dolor, no es más que una fase misma de la
perfección. Es así que los valores son para unos lo bueno en tanto que
para otros, lo malo. Y finalmente no os ponéis de acuerdo en dónde está
el principio, en dónde está el punto de partida y de ahí se avanza hacia lo
bueno hasta llegar a la suma perfecta de bondad y en el sentido inverso se
arranque hacia el campo de lo malo hasta llegar a lo extremadamente pernicioso.
Vosotros
osciláis en todo esto y conforme van las distintas civilizaciones, cambian los
conceptos, cambia el hombre sus propias leyes, y cambia lo bueno y lo malo
según la apreciación del individuo, de la colectividad, de una civilización
completa. Y así tenéis conceptos que como una polaridad, siempre os referirán
al bien y al mal, y que vosotros tenéis la libertad de escoger.
Desde
tiempos inmemoriales ha que estoy entre vosotros señalándoos el camino para
deciros dónde debéis dar el siguiente paso, llevándoos de la mano para que no
equivoquéis el Sendero, más como tenéis el sublime atributo de la libertad, del
Libre Albedrío, de la elección por vuestra propia voluntad, podéis soltar mi
mano y buscar vuestros propios caminos. Y es así que algunos equivocan su
Sendero; más hay la Ley Divina que protegiéndoles les reintegra nuevamente
propiciando su Evolución Espiritual.
Y es
este Mecanismo de Reintegración hacia el Sendero, lo que el hombre
califica como malo, porque duele, porque la medida correctiva va siempre contra
su concepción de libertad, va siempre contra su sentimiento de libertad. El
hombre, al sentirse libre, se yergue soberano sobre su propia individualidad y
siente que puede hacer y deshacer a su propia voluntad y haciendo ejercicio de
su facultad creadora, concibe en su mente aquello que conviene a sus deseos, y
le resulta placentero dentro de determinadas normas de convivencia, que pueden
ser transgredidas por aquél que va en busca del poder y teniéndolo, llega hasta el delirio,
y entonces sí, lo ejerce indiscriminadamente.
Y en
esa lucha por el poder el hombre ha llegado al caos actual sometiendo a los
débiles, la mano de los poderosos está en el cuello de los hambrientos, de los
ignorantes, de los pobres de espíritu. Porque son ignorantes de su conciencia y
de su realidad material, ignorantes también de los Principios
Espirituales. Más he aquí que de éstos será el Reino de los Cielos.
Os dije, “Bienaventurados los pobres de Espíritu”, dando a entender que
aquéllos que estén carentes del conocimiento material, de la abundancia y
riqueza del intelecto, son más susceptibles de que caiga en ellos el Grano
Dorado y fructifique, de ser tierra fértil porque su Fe responde más fácilmente
ante la promesa de la salvación.
De la
salvación que no es material, porque no hay tanta perversidad en su alma,
ni interrogan hacia dónde serán llevados, sino entregan su alma a la causa
sublime de la espiritualidad. Son dóciles al llamado y no se resisten tratando
de averiguar por qué camino han de caminar, sino tomando mi Mano van por el
Sendero de la Espiritualidad, con la sencillez en su interno. Prodigando bondad
cada vez que su paso va sobre la tierra. Y con esto entenderéis por qué los
Pobres de Espíritu encuentran su libertad más rápidamente que aquéllos que se
jactan de sabios y doctos de la Ley. Aquéllos que esgrimiendo la palabra
la usan como espada de fuego para segar la vida de aquellos inocentes que en
holocausto los ofrendan a los dioses del poder, los ofrendan a los dioses de la
ambición.
Es así
como el delirio llega a las masas, la confusión llega a las multitudes y los
hombres dejan de ver su camino. Ni los hombres ni las mujeres vuelven a
encontrar sus pasos, y míranse perdidos en sus propias pasiones y ambiciones; y
¿quién ha de rescatar a todos éstos? Vosotros, amados míos, Pilares de la
Espiritualidad; vosotros que pensáis que no sois más que un minúsculo grano de
arena. Pero acaso no veis la belleza que resplandece en vuestro corazón, porque
hay la humildad de vuestra existencia, porque hay la sencillez de vuestra alma,
porque hay la perseverancia en la búsqueda de mi Luz, porque no me habéis
dejado de amar a pesar de que habéis caído en las tentaciones. Porque
redoblando vuestra voluntad, porque renovando vuestra fortaleza espiritual
después de haber caído un instante, qué importa si el instante fue de 60 ó 70
años. Toda una vida pudisteis haber perdido, pero nuevamente están vuestros
pasos en el Sendero que conduce a la Eternidad.
De
cierto y en verdad os digo, excelsas Antorchas que estáis brillando, excelsas
Antorchas que estáis iluminando el mundo espiritual; de cierto y en verdad os
digo que sois la esperanza de este mundo que está en desasosiego, que sois la
esperanza de salvación porque vuestros labios he de inspirar, porque, a pesar
de que os consideráis inmerecedores, sois aquéllos en quienes se puede verter
la semilla que pueda germinar, crecer, y dar sus frutos de espiritualidad.
No
evaluéis en menos pues vuestra existencia, porque sois las gemas maravillosas,
porque sois las piedras preciosas, discípulos muy amados en quienes me complazco
entregando mi Amor, las perlas preciosas de la Espiritualidad con las que voy
hilvanando el rosario que han de rezar los labios de aquéllos que pretendan
encontrar la salvación y no será vuestro nombre el que se ensalce, sino vuestro
espíritu que es el Mío. Porque recordad que os he dicho: “Mi Padre y Yo somos
Uno” y vosotros también lo sois. Aunque no comprenda vuestra mente el misterio
que se encierra detrás de este símbolo, la Grandeza de la que os hablo es mi
Reino, mi Reino es el Reino del Espíritu, de la Vida Espiritual. Y de esto os
vengo a hablar, para que seáis, sabiendo cuánto necesitáis saber, la verdadera
sabiduría que está en el interno.
No os
preocupéis de razonar, ni de tratar de verificar si vais por buen camino, si
vuestra causa es justa, dejádsela a vuestro Dios y Señor que Él la
defenderá. ¿Por qué os preocupáis de sobrevivir el día de mañana?
¿No acaso a las aves del campo sobra el alimento y tienen dónde anidar?
Pues que mi Padre siendo Infinitamente Grande, así se ha de prodigar en vuestra
existencia. ¿Y pensáis que os ha de faltar? Nada temáis, amados
míos, pues el que ha construido en la roca firme de la Espiritualidad, no ha de
preocuparse más que por su atuendo si es que aún pretende cubrir la desnudez de
su cuerpo, más si hasta esto ha trascendido, ni la desnudez de su cuerpo le ha
de sonrojar. Porque entonces irá por los caminos tan sólo llevando el
Mensaje de Paz, y los demás se han de fijar en su mensaje y no en su presencia
personal. Porque ha de cautivar su Espíritu y no su belleza
material. Porque aquél que pone los ojos en la materia no ha de ver más
allá de sus pestañas, amados míos. Y aquél que pone los ojos en la Espiritualidad,
mirando está hacia la Eternidad. Y no necesita contemplar la desnudez del
cuerpo. Así es, ¿que de qué os preocupáis?
Si
tenéis la Abundancia en el Espíritu, ved pues como mi Padre Eterno provee en
abundancia para aquél que es más que un pajarillo, entonando sus trinos de alabanza al
Señor de la Vida Eterna. Mirad cómo el Padre Eterno os da más de lo que
necesitáis, y vosotros pensáis que estáis en la miseria porque acaso os falte
el pan para alimentar vuestro cuerpo, porque acaso os falte el dinero
suficiente para satisfacer vuestras aspiraciones materiales. Pero no habéis
visto que mi Padre se ha prodigado en Abundancia Espiritual y os ha glorificado
ensalzándoos en el Espíritu, morando dentro de vosotros, engrandeciéndoos más
allá de la más alta montaña material.
Mirad
que sois Grandes en el Espíritu, pequeños en la materia; sois Gigantes
Espirituales y no os queréis ver en la verdadera dimensión de vuestra propia
realidad.
Investíos de la inocencia del niño para que a
través de esa inocencia podáis asomaros a los esplendores de vuestra propia
realidad espiritual. Y entonces, siendo como niños, os repita nuevamente el
simbolismo que encierra cuando os llamo y os digo: “Dejad que los niños vengan
a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Cuando estáis revestidos de
la inocencia del infante, sois capaces de penetrar en los corazones y llevar el
regocijo, llevar el bullicio de las risas infantiles y regocijar al adulto que
está en sus penas, mortificado por sus angustias, mortificado por el devenir
del tiempo, la incertidumbre del mañana. Pero el niño, en su realidad verdadera
del momento, del instante feliz de su ilusión, convierte en alegría lo que
angustia solamente había en el corazón de aquél que
se preocupa por el mañana, sin ver que el Eterno Presente abarca el mañana, el
presente y el pasado. Sin ver que la inocencia del niño es la lámpara que
ilumina el Camino de la Eternidad
¡Cuánta
Belleza hay en vosotros mismos!, cuando dais paso a la inocencia de vuestro
propio ser, a los pétalos fragantes de la Rosa Crística que en la alborada
surge ante la caricia del Rocío Bienhechor Espiritual. Así debéis ser
vosotros, amados míos, día a día, alborada tras alborada. Esperanza de
esta humanidad sois vosotros, discípulos muy amados en quienes me complazco
entregando mi Amor, en quienes me complazco derramando las fértiles Aguas de la
Sabiduría. Sois vosotros la esperanza de este mundo, aunque vuestro mirar
corto y nublado no alcance a distinguir, no alcance a descorrer el velo de la
Eternidad. Y no seáis capaces de mirar el portento de vuestra obra al
llevar las semillas de la evangelización, de la prédica fervorosa y sentida de
la Enseñanza Espiritual que venís recibiendo.
Benditos
y Glorificados sois vosotros, discípulos muy amados, os digo una vez más,
porque vosotros sois la esperanza de salvación. Aunque no os erijáis en
salvadores, aunque no os consideréis a vosotros mismos salvadores de una
humanidad, por vuestra sencillez está vuestra grandeza. A través de
vuestra inocencia está vuestra sabiduría. A través de vuestra ignorancia
material está el Verdadero Maestro que refulge pleno del Conocimiento
Espiritual. A través de vuestra renunciación a lo material, está el
engrandecimiento espiritual. Usad lo material como un medio y no como un
fin, sed sabios en esto.
Bienaventurado
sea el que en estos días de Gracia Espiritual, abre su entendimiento y puede
comprender las palabras que llevan el mensaje de Paz y de Amor al corazón
bienaventurado que vibra en el Amor. Bienaventurado sea aquél que
abriendo sus ojos espirituales ha podido contemplar la Grandeza Espiritual;
bienaventurado aquél que abriendo sus oídos espirituales ha podido escuchar la
Enseñanza Espiritual.
Benditos
y Glorificados sois todos vosotros sin distinción alguna, porque ante los ojos
de mi Padre Eterno todos sois por igual, lo mismo en Esencia y en Presencia, el
mismo valor, porque todos sois la esperanza de este mundo que está en dolor.
Llevad pues el mensaje, amados míos. A todos os lo doy por igual,
llevadlo a cada cual que se cruce a vuestro paso, a todo aquél que llegue a abrevar a
vuestras fuentes. A todo aquél que llegue a vuestro huerto,
brindadle la Rosa Crística de vuestro Amor. A todo aquél que llegue al Edén de
vuestra existencia, brindadle de los jugosos frutos que tenéis en vuestro
corazón. Porque llenos de abundancia estáis, ¡de Abundancia Espiritual!
Tomad y
llevad de todo cuanto he vertido, llenad vuestras alforjas porque a todos por
igual en este instante os doy la Bendición en Nombre de Aquél que me envía, pues Soy su
Hijo irradiando la Luz, el
Espíritu Santo, y
en ósculo de Divinidad llego hasta vuestro frontal para iluminar vuestra
existencia y guiar vuestros pasos por el Sendero, por el Camino Espiritual.
Mi Paz
os dejo, mi Amor os doy ¡eternamente!
💗
Cátedra, Montevideo, Uruguay. 10 de Octubre del 2.002.Canalización por Jaime Díaz
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