INTELIGENCIA DEL ALMA. 144 avenidas n ... l Yo Profundo de José María Doria








AMOR

La diferencia entre el amor y la pasión es sencilla. La pasión busca la felicidad en el otro, mientras que el amor busca la felicidad del otro. Anónimo


Los actuales seres humanos decimos que amamos, pero no sabemos todavía qué es eso exactamente. El egocentrismo de nuestro actual desarrollo evolutivo denota todavía un nivel narcisista en el que las relaciones tienden a desenvolverse de manera muy primaria. Todavía pensamos que el amor es un sentimiento de atracción por el que abrazamos tan sólo lo que nos satisface, y dejamos de amar cuando sentimos molestia, muy lejos del corazón nuclear y la esencia.

Mientras uno gana ese Amor in-causado, que más tiene que ver con la identidad profunda que con las maravillas de la persona que uno abraza, expresamos los patrones emocionales que aprendimos en la familia de nuestra infancia. El crecimiento personal del ser humano y el acceso a un nivel más elevado del apego, también llamado amor, pasa por la ampliación de consciencia y la superación de los patrones de dependencia.

A veces, llamamos egoísta a la persona que vive exclusivamente interesada en ella, a una mente que gira, una y otra vez, alrededor de su propia y cerrada esfera. Nadie es culpable del nivel evolutivo en el que se encuentra, tal vez porque la vida es un camino en el que enfrentamos una lección tras otra. Toda una carrera en la que nos doctoramos en expansión de identidad y descentralización gradual de la persona. La experiencia de identidad “Yo” se amplía y pasa del cuerpo físico a la familia, de la familia a la sociedad, de la sociedad al mundo y del mundo al Universo. La vida es una llamada a la continua universalidad de nuestros intereses y a la ampliación del margen de tolerancia. La “diversidad” es la lección con la que se expande nuestro ego, en general, atrincherado en ideas exclusivas y prietas.

A menudo, sucede que hasta el sacrificio más grande que podamos hacer para favorecer a otra persona, en realidad, es porque en algún nivel sentimos una satisfacción compensatoria. A veces, nos motiva la imagen de benefactores que ofrecemos. Otras veces, se debe a la manipulación soterrada para lograr que se nos quiera. Muy pocos seres son los que han conquistado la pureza de corazón para moverse en apoyo al otro tan sólo por amor y compasión de manera altruista y desinteresada.

La capacidad de amor es consecuencia de un camino de profundidad y aprendizaje del alma. El hecho de propiciar el bien de alguien, sin ni siquiera acumular satisfacciones propias, es un logro evolutivo que todavía tiene más que ver con el milagro de la Gracia. El yo superficial e individual es lo que ahora tenemos. Es el equipaje del que se sirve la vida en este plano para ser expresada. Conforme vayamos avanzando en el Camino, disolviendo narcisismo y desprendiendo defensas y corazas, podremos decir “soy amor”. Tal vez, en esa desnudez del alma, todos y ninguno, somos el objeto de nuestra más íntima mirada. El amor es un estado de conciencia en el que lo Profundo se abre y revela. Mientras tanto, nos contentamos con decir que seremos felices mientras alguien a quien decimos amar se comporte a la medida de nuestras complacencias. Porque, desgraciadamente, cuando éste no satisface nuestras ocultas necesidades y hace aquello que no nos gusta y nos altera, se olvidan los caminos cálidamente recorridos y nacemos a la separación y a la sordera del alma.

Corazón abierto. En realidad, ¿quién eres? Infinitud, océano de conciencia.

AMOR
Amar a un ser humano es ayudarle a ser libre.
Ramayat

¿Qué mejor ofrenda hacia alguien que amamos que apoyar su libertad?, ¿de qué clase de libertad se trata?, ¿acaso de una libertad superficial que le permita hacer lo que nos molesta porque decimos que no nos importa?, ¿o más bien se trata de facilitar la liberación de las ataduras, posibilitando su éxito e independencia?

Cuando tratamos soterradamente de que nuestros seres queridos nos “necesiten”, lo que estamos es anulando su autonomía y su independencia. La “necesidad” de algo o alguien es un estado mental que priva de opciones y señala esclavitud y dependencia. Si en vez de manipular, para que nuestro ser amado nos “necesite”, logramos que nos “prefiera”, o simplemente que nos “elija”, estaremos dando un gran paso, el paso que va de la atadura a una voluntad libre que opta.

A menudo, y para asegurar que se nos quiera, ayudamos dando un pez cada día, en vez de entregar una caña de pescar completa. Sucede que, en nombre de la ayuda manipuladora, nos hacemos indispensables al otro para que no pueda ganarse la vida y vuele por su propia cuenta. Una manera muy sutil de enredar a una persona y hacerla orbitar a nuestro alrededor de forma parásita.

En realidad, el sentimiento noble tiene más que ver con el ofrecimiento de autonomía y desarrollo que con el propio mantenimiento de posiciones privilegiadas. La esclavitud habla de ignorancia y por ello, cuanto más conocimiento e información ofrece uno, más libertad regala. El conocimiento permite tomar decisiones bien informadas y aumentar nuestra prosperidad, mientras nos desenganchamos de dependencias pasadas. El desarrollo personal permite gestionar nuestra vida y hacer cesar el sufrimiento que produce la ignorancia. ¿Cabe mejor ofrenda?

El conocimiento de una persona no se basa en simples datos, sino en algo más integral que libera al ser humano, tanto de la escasez como de sus propias miserias. El desarrollo de la inteligencia y el cultivo del alma propician una confianza que no se basa en la presencia de nadie en concreto, ni en nada a lo que uno se aferra. Cuando trabajamos nuestro interior, sabemos que nadie nos va a regalar la felicidad, sino que más bien depende de la relación con uno mismo y la amplitud de consciencia alcanzada. Se trata de una transformación hacia la libertad que no tiene tanto que ver con la ausencia de cadenas externas, como con la maduración y sentimiento de trascendencia.

Si se apoya a todo ser humano en el desarrollo de su mente y en el cultivo de la sensibilidad interna, se dispondrá de más opciones para lograr el bienestar y la paz duradera. ¿Acaso existe mejor regalo que aprender a generar la dicha propia?, ¿cabe mejor ofrenda a los seres que uno ama?

Facilitar el método y la energía al ser que comparte nuestras horas, es una forma de amar que no sólo dota de posibilidades, sino de todo un mapa para desplegar ideas más amplias y liberadoras. Cuando una persona se abre a la expansión que ofrecemos con nuestro abrazo del alma, recibe un regalo sin precio. Recibe el código de la salida del miedo y las claves del despertar de su consciencia. Amar es compartir la medicina que nos ha liberado y ofrecer aquello que nos dio más poder y templanza. Amar es regalar la llama que un día se encendió en lo alto de la montaña y compartirla en conversaciones cotidianas.

AMOR
El verdadero amor no es un sentimiento que nos abruma. Es un estado que se adentra en lo profundo de uno mismo y evoluciona hacia la conciencia integral.
M. Scott Peck.

Conforme el ser humano se desarrolla y evoluciona, percibe el amor como algo más que un sentimiento abrumador que mueve pasiones e ignora consecuencias venideras. Las decisiones tomadas en nombre del amor bajo un estado de gran emoción, pronto se enfrían. En su caída, tienden a desencadenar un gran perturbación y, en muchos casos, aflicciones insensatas.

Dejarse llevar por una brújula que tan sólo tenga en cuenta la exaltación de los sentimientos, supone desoír la voz que nos impide “perder la cabeza”. Un des-balance que, tarde o temprano, se cobrará un alto precio en forma de carencias y frustraciones típicas de aquellas relaciones en las que predomina la pasión y la fascinación completa. En el extremo contrario, está el sujeto que se deja guiar exclusivamente por el mundo prosaico de la razón, sin duda alguien que se ahogara en un territorio de cálculos e intereses que le adentrarán en un desierto ajeno a la sensibilidad y frescura de su alma.

Cualquier decisión tomada desde uno de los dos lados, tanto el de la cabeza como el del corazón, supone lateralización y vivencia plana. Por el contrario, los sujetos orientados hacia una conciencia integral se adentran en lo profundo de sí mismos y logran que los opuestos inherentes al yo superficial, vayan paulatinamente integrándose en una nueva y más alta esfera. Pensamiento y sentimiento, razón y afecto, cabeza y corazón intervienen integralmente en la decisión acerca de algo tan mágico como la química de las almas. En realidad, en la hondura del propio Ser, caben los opuestos sin conflicto ni visión disociada. Y de la misma forma que una paloma necesita dos alas para volar, nuestro cerebro precisa de sus dos hemisferios cerebrales para avanzar a la profundidad de su íntima morada. Si una de las alas induce a actuar desde la emoción, la otra lo hace desde una reflexión razonada. Es tan sólo la fuerza conjunta de ambas la que conduce al progreso. El amor como fuerza esencial de vida, no se queda fuera de esta Ley que a los opuestos balancea e integra.

Durante milenios, y todavía en variadas culturas del mundo actual, las grandes decisiones de formar una familia y entablar vínculos era un asunto de los padres que ignoraba los gustos particulares de cada miembro de la pareja. En tan delicado asunto de su vida, ninguno de los dos sujetos intervenía. En realidad, tiene pocos años la puesta en juego de sentimientos abrumadores como elementos decisivos en la creación de la familia propia. La Humanidad se ha movido en ciclos pendulares que alternaban etapas de predominio racionalista y etapas de romanticismo que exaltaban los sentimientos y la sensibilidad de alma. Acción y reacción polares que vienen anunciando la llegada de un tercer punto, o conciencia de síntesis que integra los opuestos y abre la puerta de la Inteligencia del Alma. Un estado mental en el que puede decirse que el corazón piensa y la mente ama.

En un nivel más elevado, el amor supone una ola que emerge de la Infinitud interna y lleva consigo la Experiencia de Totalidad. En la comunión espiritual de dos seres, el vínculo está más allá de la pasión y la razón. El Amor con mayúsculas es un estado de conciencia que integra Eros y Thanatos, lo ascendente y lo descendente, el Cielo y la Tierra. Un encuentro que está más allá de cualquier forma de apego y que brota desde planos transpersonales en los que silencio es la pregunta y silencio es la respuesta.


AMOR
Si quieres crecimiento y unión en tus relaciones, no trates de modificar a los demás. Modifica tu forma de ver las cosas.
Bob Mandel

Tratar de modificar la forma de ser de nuestros amigos o la de nuestro ser amado es una tarea tan imposible como vana. Sin embargo, si queremos lograr calidad en la convivencia, sabiendo que con el amor no basta, tratemos de construir pactos y acuerdos hacia conductas más deseadas. Toda imposición manipuladora hacia otra persona que brota desde la frustración y la rabia, se convierte en una ineficaz y mediocre estrategia que no sólo impide el fluir de la energía, sino que además intoxica la convivencia. El amor tiene muchos grados y los remedios dependen del nivel en el que éste brote y se ejerza. Tanto siente que ama el que se proyecta narcisistamente en el otro, recreando su propia imagen idealizada, como el que abre su corazón y apoya al ser que comprende y respeta.

Si nos damos cuenta de que comienza a no gustarnos algo de la persona que nos acompaña, revisemos qué es lo que en realidad nos separa, cuál es realmente la amenaza que subyace tras la conducta rechazada. Sucede que en las relaciones dependientes, cuando el otro parece hacer algo que se escapa a nuestro control, nos sentimos heridos, tal vez porque se emancipa de nuestra atadura con una mente liberada. En tales momentos, el hecho de manipular y de pretender cambiar a la persona mediante estrategias y reproches, es “pan para hoy y hambre para mañana”. Una conducta ésta que se basa más en un miedo que forja cadenas de mayor dependencia, que en la motivación de seguir juntos sin salir huyendo en los días de tormenta.

¿Acaso existen otros caminos para resolver el desacuerdo? El que aprende conscientemente, pronto se da cuenta del poder curativo de las crisis que brotan en toda relación de pareja. Se trata de situaciones que, como los nudos del bambú, llegan de manera cíclica renovando y fortaleciendo la convivencia. ¿Cómo aprovechar los nudos críticos en dichas relaciones? En realidad, la medicina mágica es restablecer la comunicación sincera. Se trata de un remedio inteligente y poderoso que comienza por observar el conflicto en el interior de uno mismo y, después, expresar sensatamente lo que nos pasa. La comunicación bien trabajada no sólo sana las heridas, sino que además consolida la cimentación de la pareja. Cada nuevo pacto permite renovar la travesía y replantear opciones nuevas.

Ser independiente no equivale a indiferencia emocional, sino más bien a la conquista de uno mismo como persona consciente y autodeterminada. El respeto al ser que amamos no se basa tanto en la conducta ajena, como en una sana relación con el sí mismo que observa y analiza su propia frustración y rabia. La mirada profunda a los hechos y el examen de las propias reacciones no sólo desenmascaran los miedos que amenazan nuestra mente, sino que también permiten ordenar las propias emociones, sin reproches, sin rencor y en calma. Cuanto mejor se relacione uno consigo mismo, mejor se relacionará, a su vez, con los seres que ama. Si invertimos energía en nuestro desarrollo e independencia, seremos capaces de amar con el alma. Un espacio psíquico profundo que no maneja viejos miedos y moviliza la vida desde la confianza.

Uno no puede cambiar el mundo, pero sí su propia visión y el significado de las cosas. Observemos la interpretación que nuestra mente hace de los hechos que la alteran y cultivemos el conocimiento sobre nuestras emociones, de forma que aquello que antes nos descentraba ya no nos afecta de igual forma. Y si aún así, tras agotar los remedios hacia la concordia no se restablece la comunicación entre las almas, hagamos cambios y reinventemos nuestra vida renaciendo a otra vuelta.

AMOR
El amor cooperativo implica a dos individuos independientes, completos y afines que eligen viajar la vida unidos y superar sus diferencias
Jane G. Goldberg

Un error muy difundido es creer que la independencia equivale a desamor. El hecho de pensar que porque alguien nos “necesita”, nos “quiere mucho”, es una consideración distorsionada. El “te quiero porque te necesito” o “te quiero porque no puedo vivir sin ti” es una manifestación de dependencia que más que hablar del amor, señala infantilidad y regresión y, en muchos casos, patología encubierta. Todo ello, en nombre del amor y de las “buenas relaciones” de convivencia.

La independencia es un requisito que el amor consciente requiere para expresarse y florecer. Es algo más que una característica de la relación, se trata de un estado de conciencia logrado por personas que ya han sido individualizadas. Por el contrario, los niveles en los que se manipula con estrategias, oculta inmadurez emocional y amenazas de abandono que pertenecen a modelos mentales cuyas fases de desarrollo son más primarias. La independencia conlleva el compartir con respeto y confianza, un respeto que si no se tiene hacia uno mismo difícil será que se aplique en otras personas

Otro error muy difundido es pensar que existe un alma gemela. Una única persona capaz de completar nuestra existencia. El alma gemela reconoce nuestra identidad como una especie de “mitad vital” con su consiguiente mutilación idealizada. La media naranja es un mito que alude soterradamente a la necesidad de ser complementados por una exclusiva persona en el Universo que acabará con nuestras carencias y problemas. En realidad, cada ser humano es completo en sí mismo. Una naranja entera que puede decidir vivir la vida en compañía de otra u otras naranjas enteras. Cada persona tiene necesidades de afecto, de pertenencia, de reconocimiento y de autoestima entre otras, pero eso nada tiene que ver con la llegada de un alma única en el Universo con cuyo reencuentro solucionaremos todos los problemas. Un mito que disfraza sentimientos de dependencia y regresión hacia aquel primer tiempo de fusión con la madre que todo ser humano registra en su más tierna infancia.

El amor está muy lejos de ser un sentimiento que nos vincula a un ser que en caso de ausencia incapacita nuestra existencia. Dos palomas atadas de las patas, suman cuatro alas y no pueden volar. Ese “arrobamiento con cadenas” comúnmente nombrado como amor, tal vez tiene otro nombre. Podemos llamarlo pasión, cuya etimología equivale a “padecimiento, el que soporta”. Por el contrario, el Amor se centra en el irradiar y ofrecer, tornándonos libres, tal vez porque vive orientado a la paz serena de la persona amada. El Amor, en sus múltiples grados de acercamiento al gran mayúsculo esencial, vive en una atmósfera de espiritualidad, abre el corazón y supone una bendición que nos inunda de aventura y Gracia.

El Amor a todos los seres es un estado de conciencia transpersonal que también puede brotar entre dos seres afines. ¿En qué consiste ese llamado milagro a dos? ¿acaso consiste en poder sintonizar en el plano físico, emocional, mental y espiritual entre dos personas? ¿acaso se trata de establecer relaciones desde el mismo nivel de consciencia? Tal “puenteo a dos” habla de una sinergia y comunión que se expande hacia el Todo mediante oleadas de lucidez y vitalidad serena. El Amor es unidad anhelada, un estado mental de íntima reunión y vuelta a casa.

En realidad, el amor está dentro de cada cual y brota en la conciencia despierta.

AMOR
El amor nos libera del sufrimiento.
Sófocles.

Cuando en nuestra vida no hay amor, vivimos encapsulados dentro de un ego ávido de adquisiciones y complacencias. Un camino que convierte la vida en algo más parecido a una lucha entre hermanos que a una oportunidad de compartir la aventura de la existencia. Cuando no hay amor, se instala un yo superviviente que deambula febril en la selva de las vallas publicitarias. Un yo que se ve obligado a perder su inocencia y aprender a depredar, mientras sorteando obstáculos, muerde y escapa. Se trata de una vida que discurre entre el miedo y el deseo, huyendo hacia delante, al tiempo que se intuye la llegada de un mundo nuevo en el que el corazón se abre y calienta.

A mayor presencia del miedo, menor presencia del amor nos asalta. El miedo busca seguridad y nos impulsa a calmar una sed ansiosa, aunque sea con agua salada. Un agua que, al igual que el dinero, por más que se gane, nunca basta. La seguridad que uno busca no se encuentra en refugios atómicos, ni en los grandes hospitales, ni en las cuentas bancarias. Muchas personas con patrimonios inabarcables que no pueden gastar en toda una vida, padecen el programa neurótico de soledad y carencia. La seguridad es un estado de conciencia que se alcanza en la medida que cultivamos el jardín de nuestra mente y ejercemos la acción justa y generosa. Acciones que priman el servicio desinteresado que, sin pretenderlo, nos hace merecedores de la paz en el alma.

El amor es un manantial de vida que se cultiva, tanto en los espacios de silencio, como en el compartir nuestra intimidad sincera. El amor es un estado de atención sostenida que se despierta viviendo el presente, contemplando la belleza y permitiendo aflorar la compasión que abraza. Un estado en el que, cada mañana, al levantar el alba y sin dejar todavía la cama, uno se pregunta “¿quién soy?”, y en respuesta el Testigo emerge, el Observador del pensamiento se revela y, desde este momento, el propio ego “tocado por la consciencia” busca sentido a las vivencias de la jornada. ¿Para qué estoy vivo?, ¿cuál es el propósito de mi existencia? Buscando las respuestas, uno realiza que la forma más estable de goce llega cuando damos vida a la vida y ejercitamos el respeto, allí donde ésta señala. Unas veces será un rostro contraído que está pidiendo paz y calma, otras será alguien que nada pide, tan sólo compañía y basta.

Amor es el pasaporte que tiene la existencia para trascender el egoísmo y soltar la prisión de la manipuladora máscara. No se trata de anular al ego, ni de negar el poder y utilidad de su eficacia. Se trata simplemente de observarlo, conocerlo y alinearlo dócilmente a los propósitos globales del alma.
¿Qué puede hacerse para sentir amor?, uno se pregunta, sabiéndose colonizado y contraído por el prosaico discurso de la supervivencia ¿Por qué, al parecer, unos pocos lo sienten y en cambio, otros viven tensos y endurecidos, apretando sus mandíbulas ante supuestas amenazas? Ante tales preguntas, uno respira... siente como fluye el aire en sus pulmones, entorna los ojos y espera. Al poco, un lúcido sosiego llega y nos abraza.

Unos piensan que es amor lo que sienten con sus hijos, otros llaman amor a la pasión alborozada, y otros lo experimentan también ante emociones estéticas sublimadas. Pero todos intuyen que el amor es una opción de lo Profundo que llegó en alguna noche estrellada en la que uno decidió mirar y... de pronto, sintió que la elección estaba consumada.

AMOR
Cuando el Cielo quiere salvar a un ser humano, le envía el Amor. Lao Tsé.

¿Conoce usted ese sentimiento de soledad que muerde las entrañas del alma?, ¿un sentimiento común en personas recientemente separadas? ¿siente, a menudo, ansiedad y desmotivación?, ¿siente cansancio y observa sus ganas de vivir mermadas?

Si en algún grado es así, pida al Universo la llegada del Amor. Tal y como suena: Amor. Para ello, comience por recordar el gran poder del decreto, cuya base es más fuerte que el simple y temporal consuelo de la esperanza. “Pedid y se os dará”. Pida un milagro para salir de la soledad. Y, a continuación colabore con el Profundo averiguando qué se quiere realmente para salir de ella ¿Acaso es amor lo que usted precisa? Sí amor, no importa la edad que usted tenga, ni que ya sienta cariño o viva usted relativamente bien en compañía de determinadas personas. Tal vez, de lo que se trate, sea de vivir en un estado de conciencia desde el que broten oleadas de amor consciente con dichas personas u otras nuevas. Amor como suave estado del alma que, naciendo desde lo profundo, se expresa hacia lo que se conoce y hacia lo que, en alguna ocasión, se detesta.

Todo comienza por admitir que la relación que usted anhela es posible ¡Abra el corazón al Ahora! El resto es de otro departamento. Y recuerde, cada noche, antes de disolverse en el océano del sueño, actualice lo que quiere: simplemente Amor. Y después, abra su pecho y su mente permitiendo que se produzca el milagro apoyado por el misterioso fluir de las afinidades vibratorias. Decrete que “su milagro es posible” y que hasta lo más insólito puede suceder en el mismísimo ahora.

Recuerde “Todo es Posible”, repita esta frase una y mil veces y poco a poco se disolverán patrones limitadores que viven en el seno de sus más íntimas creencias. Mañana mismo puede usted despertar y sentir que algo muy sutil y sin retorno ha dado la vuelta a su existencia. Es también posible que, durante el día que tiene por delante, suceda un acontecimiento que cambie su aventura interna. Es también posible que, ante algo sin aparente importancia, se abra su corazón y broten sentimientos de expansión que disuelvan antiguas fronteras. Sin duda, será la mano oculta del Universo que de forma sinuosa conspira atendiendo su petición y le apoya. “Todo es Posible” es la idea amiga y facilitadora.

Recuerde que tiene derecho a sentir Amor, que usted es un ser consciente y que merece experimentar la alegría de SER por el simple hecho de darse cuenta. No hay edad para el Amor, todas las edades son adecuadas para calentar el corazón y sentirse en comunión con la vida. Además, usted bien sabe que de todos los seres se puede gozar y aprender, que todos ofrecen partes insospechadas de grandeza y de sombra y que detrás de cada “casual” situación, el Amor acecha.

El Amor se convoca cuando uno comienza por servir a los intereses de la vida en cada persona que trata. El espíritu de servicio es la mejor medicina que existe para invocar el Amor. Cuando tenemos frente a nosotros un rostro que nos emociona, poco a poco, se va revelando el verdadero porqué de ese encuentro y la no casual coincidencia de nuestra persona. En realidad, tenemos la felicidad que damos. No es un asunto de contabilidad, pero sí de apoyar la evolución que respeta y refuerza al ser humano que nos rodea. Y de pronto, cuando menos uno se lo espera, percibimos que ha pasado algo grande, que nos hemos olvidado de la pena y que la persona a cuyo interior hemos viajado parece más alegre y serena. El milagro es la propia salida del Narciso y el viaje empático al alma ajena. Un turismo pleno de grandeza que repara nuestra estrechez y disuelve los restos de nuestra miseria.

AMOR

El amor es la pasión por la dicha del otro. Cyrano de Beregerac

Lo primero que aprendemos en la infancia es a complacer. Nuestro primer papel de representación en la obra de teatro de la vida es el del “complaciente”. Una actitud que, desde muy pronto, nos protege de quedarnos sin postre o de que mamá no nos quiera. Más tarde, nos doctoramos en supervivencia y aprendemos a tener en cuenta lo que pasa en el interior del otro, aunque sea porque puede fruncir el ceño o porque nos cierra el paso y nos amenaza.

Más tarde, el ego aprende a salir adelante alternando tanto la exigencia con el amor, como la compasión con la firmeza. Pronto integramos la cooperación y la ayuda junto con otros registros atávicos de la caza y de la guerra. Pero, más allá del mamífero que vive en una parte de nuestras células, uno se pregunta: ¿existe algún nivel en el que, por puro corazón, se goza en ayudar al otro y en desear la simple dicha de su existencia? Muchas personas piensan que debilitan sus posiciones cuando ponen su empeño en crear entornos amables con los seres que las rodean. Sin embargo, junto a una civilización de individualismo y de acopio, vemos a gentes que han despertado al mensaje del alma. Se trata de seres que han superado el miedo soterrado para abrir su corazón y dedican su obra anónima a darse, generando medios para acabar con la miseria de otras gentes y resolver sus problemas.

El misterioso Impulso Evolutivo que mueve átomos y galaxias, poco a poco, y a base de milenios, nos conduce a un estado en el que preferimos dar un abrazo que disparar una bala. Conforme crecemos, acabamos prefiriendo el dar al tomar, la paz a la contienda y la suavidad a la violencia. Cuando uno observa a la Humanidad de este planeta, comprueba variedad de desarrollos y diferencias de nivel en la escala de la consciencia. Los hay recién llegados, se trata de entes muy jóvenes de alma, y los hay ancianos ya de vuelta que sonríen desimplicados ante amenazas acompañadas de espadas y monedas. Unos sienten amor a los demás porque un día su pecho se abrió y su alma inició un viaje de ida sin vuelta. Otros reconocen con envidia y desdén los sentimientos altruistas de los otros, acorazando sus pechos como protección y defensa. Unos y otros comenzaron hace milenios arrojando lanzas, mientras, poco a poco, la cultura como cultivo del jardín interno y la expansión de consciencia establecían leyes y códigos con derechos humanos que rechazaban la injusticia y la violencia.

El mensaje de los seres lúcidos, hace dos milenios, revolucionó las viejas ideas. Todavía resuena el milagro que la esencia una y otra vez propone: el gran abrazo entre todas las personas. Nunca atrás, nadie había soñado un mensaje tan revolucionario como el de ama a tu prójimo como a ti mismo. Una llave de fraternidad que abriría la puerta de entrada al alma y nos diferenciaría de las máquinas.

Los sabios han hablado de esta gran noticia mientras algunas iglesias lo contaminaban e intoxicaban. Los seres sensatos lo recuerdan, una y otra vez, señalando la paz que proporciona la llama trina encendida en el interior del pecho y en el de todas las células. En realidad, nos dejaron un mapa del tesoro. El tesoro de hallar un sentido al proceso de vida que discurre entre el nacimiento y la llegada. Desde entonces, muchos seres lúcidos, al levantarse por la mañana, se proponen servir a los demás y, luego, a lo largo de la jornada, escuchan, suspenden el juicio y ayudan con silencio y entrega. El amor se nutre de la felicidad del otro y no hay depresión que sobreviva al propósito de darse, allí donde la vida nos lo demanda.


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Del libro: INTELIGENCIA DEL ALMA. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo
de José María Doria.





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