LA VIDA ES REAL SOLO CUANDO YO SOY - G. I. GURDJIEFF









Si han comprendido, sin la menor duda, qué deben hacer y cómo deben hacerlo y si, realmente, ustedes tienen la esperanza de llegar allí algún día, para comenzar les es necesario imaginar a menudo -pero imaginar solamente-que eso ya está en ustedes.

Y es necesario, ante todo, a fin de que la conciencia que se despierta en ustedes durante el estado activo pueda mantenerse durante el estado pasivo.

Para la comprensión correcta del significado de este primer "ejercicio de ayuda" ante todo es necesario saber que cuando un hombre normal -es decir un hombre que ya tiene su propio "Yo", su "voluntad" y todas las otras propiedades del hombre verdadero- pronuncia en voz alta o en sí mismo las palabras, "Yo soy", siempre se produce en su "plexo solar", una "resonancia", es decir, una especie de vibración, un sentimiento o algo parecido.

Esta especie de "resonancia" también puede producirse en otras partes de su cuerpo pero con la condición que, cuando pronuncie estas palabras, su atención esté intencionalmente concentrada sobre estas partes.

El hombre ordinario que aún no tiene datos para esta resonancia natural pero que conoce la existencia de este hecho y realiza los esfuerzos conscientes para que se constituyan en él los verdaderos datos que forman parte de la presencia general de un hombre verdadero, si pronuncia a menudo y correctamente estas mismas palabras, aún vacías para él y si imagina que esta "resonancia" tiene lugar en él, puede, así a la larga, por frecuentes repeticiones, adquirir el "inicio teórico" de una posibilidad para la formación efectiva de estos datos.

Para comenzar, quien se ejercita de esta manera debe imaginar, cuando pronuncia las palabras "Yo soy", que esta resonancia ya se está efectuando en su plexo solar.

A propósito de esto, es curioso señalar aquí, que por medio de una concentración intencional de esta resonancia sobre una parte cualquiera de su cuerpo, un hombre puede poner fin a toda falta de armonía surgida en esta parte del cuerpo; es decir, que él puede, por ejemplo, deshacerse de su dolor de cabeza al concentrar la resonancia en la zona de la cabeza en la que tenga una sensación de dolor.

Al principio, es necesario pronunciar las palabras, "Yo soy", muy a menudo y tratar de no olvidar nunca de experimentar esta resonancia en el plexo solar.

Si no se experimenta esta resonancia, ni siquiera en la imaginación, el pronunciar en voz alta, o para sí mismo, las palabras, "Yo soy", no tendrá ningún significado.

El pronunciarlas sin esta resonancia tendrá el mismo efecto que el pensamiento asociativo automático, es decir, un aumento, en la atmósfera de nuestro planeta, de lo que determina en nosotros, por la percepción que tenemos de ello y por su fusión con nuestro segundo alimento, una necesidad irresistible de destruir los diferentes tempos de nuestra vida ordinaria, mal que bien establecidos en el curso de los siglos.

Este segundo ejercicio, como ya lo he dicho, es sólo preparatorio; y es sólo cuando ustedes hayan adquirido "destreza" en la experiencia de este proceso imaginado en ustedes mismos, que les daré los detalles complementarios para obtener en ustedes resultados reales.

Primeramente, concentren la mayor parte de su atención en las palabras mismas: "Yo soy"; la otra parte concéntrenla en el plexo solar y la resonancia se efectuará, poco a poco, por sí misma.

Al comienzo, sólo es necesario adquirir, en cierta forma, el "sabor" de estos impulsos que todavía ustedes no tienen en sí mismos y que por el momento los pueden simplemente designar con las palabras "Yo soy", "Yo puedo", "Yo quiero". "Yo soy, yo puedo, yo soy poder "Yo soy, yo quiero, yo soy querer".

Para concluir mis explicaciones sobre este ejercicio de ayuda, repetiré una vez más, pero, en otros términos, lo que ya he dicho.

Si "yo soy", sólo entonces "yo puedo". Si "yo puedo", sólo entonces merezco y tengo el derecho objetivo de "querer".

Sin la facultad de "poder", no hay ninguna posibilidad de tener nada, no, ni el derecho de tenerlo.
En primer lugar, debemos comprender estas expresiones como si fueran designaciones exteriores de los impulsos, con el objeto de llegar, a la larga, a los impulsos mismos.

Si ustedes experimentan varias veces, aunque sea la sensación de lo que yo he llamado el "sabor" de estos impulsos sagrados para el hombre, tienen ya mucha suerte, en verdad, porque sentirán entonces como una realidad la posibilidad de adquirir un día, en su presencia, datos para estos impulsos divinos reales, propios sólo al hombre.



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