Capítulo XI ¡LO SE - LO CREO - Y ES ASÍ! de CLAUDE BRISTOL en EL PODER ESTA EN USTED









XI

¡LO SE - LO CREO - Y ES ASÍ!


Hay un dicho en el cual yo creo firmemente: ¡Si se cree en ello, es!

Esto es sencillamente una declaración críptica de lo que les he estado repitiendo una y otra vez. Todos los grandes maestros, Buda, Confucio, Mahoma, Jesús y los diversos filósofos, han enseñado esta idea fundamental. Se encuentra en todas las religiones, cultos, credos y sectas. En todas partes aparece el mismo tema general, cuya esencia en mis palabras es: ¡Si se cree en ello, es!

La Biblia dice: "El hombre es lo que piensa en el fondo de su corazón".

Habrán oído esto muchas veces antes, pero yo lo repito para darle énfasis: "El hombre es lo que piensa en el fondo de su corazón". ¡Si se cree en ello, es! ¿Advierte la similitud? Reduzca todo a una sola palabra: "Fe".

He oído decir a mucha gente que el día de los milagros ha pasado, pero jamás en mi vida he oído esa declaración a un pensador o a un erudito.

Seguramente los días de Aladino y su lámpara han pasado ya, y quizás no existieron nunca... e igualmente los de la varita mágica, la alfombra mágica, y todas estas cosas de leyendas y cuentos de hadas. Son una diversión, pero carentes de base, en realidad.

Cuando me refiero a los milagros, quiero dar a entender esas cosas que se realizan mediante la fe... la fe en su creencia: la fe en usted; la fe en las personas con quienes está asociado; la fe en un poder; la fe en "ese algo" que controla los destinos de todos... Si usted puede tener esa fe, y disipar el aspecto negativo, nada en el mundo puede impedirle obtener lo que desea. Esto puede sonar a falso, pero es cierto: usted puede obtener lo que quiera, si realmente lo quiere.

La fe es la fuente de triunfo. ¡Hay que tenerla para triunfar, para moverse, para mover a los demás!

¿Qué es lo que tenían Aimee, Gypsy Smith, Billy Sunday, el actual Billy Graham, monseñor Sheen, Norman Vincent Peale? Fe, creencias, fundamentalmente y la habilidad de un creyente fervoroso para comunicar sus creencias a los demás. No hay ninguna diferencia de dónde se ha logrado la idea originalmente.

Todos los grandes inventos provienen de la fe, la creencia, la fe en uno mismo, en sus ideas, en su habilidad para llevarlas a cabo. Todos los supervendedores saben esto. Usan este poder. Por eso son supervendedores de religiones, artículos, proyectos. Todo esfuerzo comunal, todo progreso, todo cuanto merece la pena, triunfa, porque una persona ha tenido fe, y es el motor primordial, la bujía, y es capaz de transmitir a las multitudes lo que cree, de contagiar su fe como una plaga. Piense acerca de esto. Luego piense más y vuelva a pensar. ¡Medite acerca de esto, y se dará cuenta de que todas las palabras son ciertas!

Se tiene fe en una religión, en un producto comercial, en una colecta de la comuna, porque alguien originalmente, le hizo tener fe en ello. Usted acepta a ciertas personas como autoridades, porque cree en ellas. Usted cree en lo que ellas dicen, y toma o compra lo que le ofrecen. Eso es la fe.

De vez en cuando, alguna persona inteligente lo desorienta y le hace creer en algo que no es; y cuando descubre esto, se siente frecuentemente amargado y desilusionado. Dice: Nunca volveré a creer en nadie; pero lo hace de nuevo, porque es un rasgo esencial de la naturaleza humana.

Instintivamente, quiere creer en los otros y en usted. El mundo sería terrible si no creyésemos en nadie.

"Foghor" Murphy, el famoso árbitro, dijo en un programa de radio que lo menos que se puede hacer es ser amable con los demás, sonreírles y confiar en ellos, que eso es lo que paga los mayores dividendos. Tiene un mil por ciento de razón; la fe genuina en los demás siempre da resultado. Uno puede colocar mal su fe en algunas ocasiones, pero eso es una rareza. La mayoría de la gente se esfuerza por hacer honor a la fe que se tiene en ellos. Pueden fallar a los demás, incluso aprovecharse de ellos, pero aprecian tanto la fe que se tiene en ellos, que procuran no defraudarla.

Les he oído decir a los hombres y a las mujeres: "¿Por qué pierde su tiempo con ese borracho, ese inútil? No se le puede tener confianza. Robaría a un ciego y se aprovecharía de usted en la primera oportunidad".

Hasta ahora he puesto mi fe en centenares de hombres y mujeres que no me han defraudado intencionalmente. Algunas de las personas en que confiaba eran demasiado débiles para seguir adelante, pero no trataron de "aprovecharse" de mí. Sintieron más que yo el no vivir de acuerdo con el concepto que tenía de ellas, y la mayoría ha tratado de enderezarse una y otra vez. Saben que yo tengo aún fe en ellos... que no los he condenado... que estoy siempre dispuesto a ayudarlos, siempre que pueda. Pero también saben que eso depende básicamente de ellos, que no hay persona a la que pueda ayudarse más allá de un cierto punto, y que ellos son los que tienen que encargarse de redimirse, mediante la fe.

¡El poder interior no puede operar en su favor, a menos que usted tenga fe en él!


PONGA A PRUEBA SU CREENCIA

La experiencia es el maestro más grande y más severo. Mediante la experiencia, se sabe que lo malo que uno ha hecho a su debido tiempo se vuelve en contra de uno. Y una vez que se sabe, se comienza a actuar para enderezarse, dándose cuenta de que se necesita un poder mayor que uno para solucionar sus asuntos, y comenzar a pensar rectamente. Por lo tanto, se descubre "ese algo" interior y se dice: "¡Creo en él!" Y esto establece una corriente mágica que comienza a atraer lo que uno cree... Y cuando siente y ve que van hacia usted las cosas que ha imaginado mediante la fe, se dice: "¡... y es así!"

Este es, en resumen, el proceso de rehabilitación. Puede no ser religioso en el sentido ortodoxo, pero es espiritual, metafísico. Esto es lo que han dicho los jefes espirituales de todas las épocas, reducido al lenguaje vulgar.

Hay innumerables campañas organizadas, realizadas con el fin de hacerle creer en esto y en aquello. Piense un momento. ¿Qué es la propaganda, la buena y la mala? Con frecuencia nada más ni nada menos que planes ingeniosos y bien desarrollados, para hacerle creer a uno. La han visto actuar en los días anteriores a la guerra, y si se está alerta a lo que sucede en torno a nosotros, se verá que es mayor que cualquier otro aspecto del esfuerzo humano; que opera tal como operaba hace miles de años, y siempre operará.

La batalla está en la mente del hombre, de todo el mundo, en las naciones libres y las esclavas, detrás y fuera de la cortina de hierro. Hay que tener cuidado en lo que se cree, asegurarse de que no se tienen prejuicios, y que se dispone de datos no alterados. De lo contrario, no juzguen, ni permitan que su razón e intuición sean vencidas por apelaciones emocionales al parecer convincentes.

Si cuando lee el periódico, escucha la radio, o mira la televisión, recuerda lo que le he dicho, se dará cuenta de que todos los discursos de nuestros líderes, o grandes jefes, están inspirados por un solo propósito: hacernos creer. Esos hombres saben nacerlo. Aún así: estudie tanto cuanto se dice hoy, saque sus conclusiones, decídase todo lo imparcialmente que pueda, antes de creer.

Cualquiera de nosotros, si está en buen camino, puede lograr lo que desea, si recuerda mi expresión: "Si lo cree, es", y adoptando el antiguo adagio: "Donde hay una voluntad, hay un camino". En otras palabras, haga que la fuerza de voluntad, la fe, la creencia trabajen en favor suyo todas las horas del día —veinticuatro horas diarias—, siete días por semana, 365 anuales. Y yo le prometo que si desea progresar lo hará con la misma rapidez con que las descargas eléctricas de alta frecuencia oscilan por el éter. La fe lleva a donde quiere ir, a la velocidad de un aparato de propulsión.

La duda y el escepticismo le llevan con igual rapidez en dirección opuesta.

La fe siempre magnetiza; la incredulidad desmagnetiza.

¿Sabe algo acerca de la eficacia de la plegaria? ¿Qué es la plegaria más que la expresión de un deseo sincero? El Gran Maestro dijo: Las cosas que deseéis recibir, creed que las recibiréis al pedirlas y las tendréis.

¡Y es verdad! Todos nosotros conocemos el efecto de nuestros deseos en nosotros mismos, y cómo los acontecimientos están influidos por los grandes deseos. Todo cambio económico ocurrido a través de los siglos, se ha debido al deseo del hombre de beneficiarse. Sin embargo, hay que creer, hay que tener fe. De lo contrario, nuestros más íntimos deseos (las oraciones), se convierten en burbujas.

El Gran Maestro ha dicho también: Todo es posible para el que cree.

Usted ha oído todo esto antes, ¿pero qué ha hecho y qué hace acerca de ello?

La creencia —la fe—es algo que tiene que apoderarse de uno; luego uno se apodera de ella. Tiene que entrar dentro de uno, y operar de fuera a dentro.

Cuando uno cree suficientemente en algo, lo trae en existencia a su mente. El poder creador interior, lo crea para uno. Luego se dedica a duplicarlo en la vida exterior. Si no deja que sus miedos, preocupaciones y dudas cambien esta imagen, el cuadro original que dio a su subconsciente de lo que quiere, llegará un día, en que lo verá materializado, tal como estaba una vez en su conciencia.

Crea, tenga fe, y como he dicho, y repito, para que quede indeleblemente impreso en su mente. ¡Todo cuanto quiera será suyo!

EL TREMENDO PODER DE LA FE

¿Usted cree que la fe no es práctica, que no puede lograse con ella las cosas que yo digo? Aquí tiene una demostración real de cómo opera la fe frente a los mayores obstáculos.

¡Escuche! en septiembre de 1949, un marino de diecinueve años, William Toles, de Rochester, Michigan, fue lanzado fuera de su barco transporte sin un chaleco salvavidas. ¡Eran las cuatro de la mañana y se hallaba en alta mar, frente a la costa de África! Nadie le había visto caer al agua, y él sabía que sus probabilidades de salvamento eran casi nulas.

Sin embargo, en lugar de sucumbir al pánico. Toles se quitó los pantalones, hizo nudos en las perneras y usó los fondillos como un modo de recoger el viento, improvisándose de este modo un chaleco salvavidas.

Bill Toles nos dice que trató de hacer uso de los consejos dados al marino de "no preocuparse por el mañana". Pensó que le echarían de menos cuando pasasen revista a las ocho, y que enviarían aviones de reconocimiento en busca suya, ya que se hallaba en un buque de guerra que llevaba una ruta muy alejada de la de los vapores de transporte.

Bill Toles tenía tal dominio de sí, que incluso trató de dormir, apoyando la cabeza en una de las perneras infladas, pero el batir de las olas le mantenía despierto. Dominando sus temores, el joven marino recurrió a su fe en "ese algo" —el poder divino interior— y comenzó a repetir:

Dios, sálvame...

Pero cuando se hizo de día y no llegaron los aviones, el ánimo de Bill comenzó a decaer. Estaba mareado por el movimiento de las olas y por haber tragado tanta agua. Sin embargo, no perdió la fe, y siguió repitiendo:

Dios, sálvame... Dios, sálvame...

A las tres de aquella tarde, cuando Bill Toles llevaba once horas en el agua, fue visto por los marinos del Executor un carguero norteamericano, ¡que quedaron asombrados de ver a un hombre en pleno océano!

Pero, ¡aún más asombroso...! El capitán del carguero no pudo explicar por qué había variado de rumbo, tomando el itinerario de los buques de guerra. Si no lo hubiera hecho, habría pasado a cientos de millas de distancia del lugar donde Bill Toles, con su firme fe en Dios, esperaba su salvamento.

Bill estaba en tan buenas condiciones de salud, después de todo lo que había pasado, que subió la escala del Executor sin ayuda de nadie, y la tripulación del navío brindó con champaña en honor suyo. Pero el primer acto de Bill Toles fue dar gracias a Dios por haber respondido a su plegaria.

Frente a esta prueba, ¿dudarán alguna vez de que todo es posible para el creyente?

¿Qué movió al capitán a variar el rumbo de su navío, e ir a aquel lugar, para recoger a un hombre que confiaba en que Dios le salvaría?

¡No hay límite para el alcance de la mente y el espíritu! ¿Qué fuerza es la de su fe? Después de esto debería ser mucho más fuerte. Probablemente no tendrá jamás que ejercitar su fe en condiciones parecidas. Por lo tanto, sería más fácil para usted el saber y creer, "que son así las cosas que usted necesita".

Su barco lo encontrará, uno de estos días, cargado de las cosas que usted desea, si se aferra a su fe.

Esta fe tiene que ser positiva, esperanzada, firme y completamente sincera, pues de lo contrario no energizará "ese algo", el poder creador interior, que debe ser activado, antes de que lo que usted imagina le sea atraído.

En cualquier emergencia, no trate de violentar la respuesta para que le llegue en un momento específico, porque la conciencia de Dios no opera dentro de las limitaciones de tiempo de la Tierra. El poner un límite terrestre, le pondrá nervioso y le hará dudar de lo que ha de recibir a su tiempo. Todo lo que tiene que hacer es mantener la fe en que la ayuda le llegará en el momento en que más la necesite. Tal actitud espiritual liberará el poder creador que Dios le ha dado, de todas las limitaciones que usted le ha impuesto, y le permitirá darle a usted la ayuda y la dirección que necesite para hacer frente a su crisis particular.

Bill Toles no dudó de que Dios le salvaría cuando siguió repitiendo con fe: Dios, sálvame... Dios, sálvame... Él sabía, creía, y así sucedió!

Deseche sus dudas para siempre, porque: ¡Si lo cree, así es!


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Del LIBRO

Capítulo XII ¡LO HARÉ LO HARÉ LO HARÉ! de CLAUDE BRISTOL en EL PODER ESTA EN USTED







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