EL CAMINO DE LA FELICIDAD DE OSHO






Hay momentos, hay tiempos, hay oportunidades en cada una de nuestras historias.
Afortunadamente, el desasosiego dura poco.

Después de todo, ya no hay nada que puedas hacer.

Para bien o para mal este nuevo lugar es el mejor sitio para estar.

No hay equivocados, hay situaciones diferentes, y planos diferentes.

El día anterior a recibirme de médico, yo era el más aventajado de los alumnos de la facultad. Yo era el tipo al que todos los demás alumnos consultaban. Era en la guardia del Haedo el practicante mayor de la guardia, y todos los demás eran "perros", como se llamaba a los que hacían el trabajo duro de los practicantes.

En el instituto de cirugía Luis H. Güemes donde yo trabajaba, mandaba y mandoneaba en mi última guardia, el 15 de mayo de 1973. Me recibí de médico ocho días después, el 23 de mayo… al día siguiente en el mismo hospital, yo era el último perro de los médicos, el que hacía las guardias que nadie quería hacer, el que tomaba a los pacientes con vómito, el que tenía que pasar la noche en guardia, el que no salía a comer, el último piojo del tarro, donde no me ayudaba nadie, ni siquiera los practicantes, que en realidad dependían de otro médico, o del nuevo practicante mayor.

Eran los efectos indeseables del cambio de plano.

¿Hubiera sido mejor no recibirse?


Yo estoy seguro de que no, pero puedo entender por qué pensé que sí.
La cuestión de cómo hacer para volver atrás va dejando lugar a oirás preguntas mucho más trascendentes de cara al futuro.

¿Y ahora qué?


¿Habrá que recorrer todo el plano una vez más, para llegar arriba y descubrir otro plano?
Seguramente.

Y sabes, aunque luego lo olvides, que habrá un nuevo techo más adelante y una nueva puerta y un "nuevo plano".

¿Tendrá sentido seguir hacia arriba?

¿Hasta cuándo? ¿Infinitamente?

¿Hasta dónde?

Yo digo: hasta que decidas detenerte.

Cada uno puede decidir quedarse donde quiera.

En este plano, en aquel, en el próximo, en la mitad del que sigue...

Yo no critico a nadie que decida quedarse en un plano, sólo aviso que el camino del crecimiento es infinito.

Necesito decirte que creo que el crecimiento vale la pena, pero que la pena es inevitable.

Quizá ahora quede más claro por qué sostengo que hay caminos que son imprescindibles.

Para animarse a pasar de plano hay que estar convencido de que dependo de mí mismo, hace falta haberse encontrado comprometidamente con aquellos de quienes aprendí y hay que saber, mientras caminamos juntos, que probablemente nos separemos en algún momento.

Y aunque casualmente lleguemos con alguien al cambio de plano, dejar atrás lo conquistado significa perderlo y esto convoca a un duelo.

Crecer es un beneficio pero implica una pérdida, aunque no sea más que la de la ingenuidad de la ignorancia... y no es un tema menor.

Cada cambio de plano implica un duelo pero también, como hemos visto, cada duelo importante de nuestra vida conlleva un cambio de plano.

Para pasar de plano hay que tener valor, claro que sí, pero sobre todo hay que confiar en uno mismo.

Tengo que confiar en mí sí quiero separarme de lo que traigo.

Debo apostar por mí sí pretendo vivir una vida desapegada.

Tengo que confiar en que la pérdida que me toca vivir es, en realidad, una puerta y la apertura de un crecimiento mayor.

Tengo que confiar en que hay algo mejor después de esto.

Tengo que confiar en que el plano que sigue me enseñará lo que necesito saber.

Tengo que desconfiar de la vanidad que me cuestiona por renunciar a ser el ídolo de todos los que quedaron allí atrás.

Tengo que animarme a pasar por esto sí quiero seguir creciendo.

Crecer sin que la altura me haga perder de vista lo importante.

Y lo importante… es la vida.



La Madre Teresa de Calcuta escribió:


La vida es una oportunidad, aprovéchala.

La vida es belleza, admírala.

La vida es dulzura, saboréala.

La vida es un sueño, hazlo realidad.

La vida es un reto, afróntalo.

La vida es compromiso, cúmplelo.

La vida es un juego, disfrútalo.

La vida es costosa, cuídala.

La vida es riqueza, consérvala.

La vida es un misterio, devélalo.

La vida es una promesa, lógrala.

La vida es tristeza, sopórtala.

La vida es un himno, cántalo.

La vida es un combate, acéptalo.

La vida es una tragedia, enfréntala.

La vida es preciosa, jamás la destruyas.

Porque la vida es la vida, vívela.


💗











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