EL DOMINIO DE SÍ MISMO( 1ª Conferencia) de EMILIE COUÉ







El dominio de sí mismo


La sugestión o más bien la autosugestión es un tema reciente pero tan antiguo como el mundo.

Es un tema nuevo en el sentido en que, hasta el presente, ha sido mal estudiado y, por consecuencia, mal conocido; es antiguo porque data desde que apareció el hombre sobre la tierra.

En efecto, la autosugestión es un instrumento que poseemos al nacer, y este instrumento o, mejor esta fuerza, está dotada de una inaudita e incalculable potencia, tal que, según las circunstancias, produce los mejores o los peores efectos.

El conocer sobre esta fuerza no sólo es útil para cada uno de nosotros en general, sino y en particular, es indispensable para los médicos, los magistrados, los abogados, los educadores de jóvenes, los padres de familia, etc.

Cuando se la pone en práctica de manera consciente, se evita, en principio, provocar en los otros autosugestiones que, por nocivas, pueden traer por consecuencia desastres. Y por otra parte, puede con el uso consciente de la misma, provocar bienes que traigan la salud física a los enfermos, la salud moral a los neuróticos (víctimas inconscientes de autosugestiones anteriores), y sobre todo a personas que tienen tendencia a mezclarse con lo desagradable.

El ser consciente y el ser inconsciente

Para comprender los fenómenos de la sugestión o, para hablar más precisamente, de la autosugestión, es necesario saber que existen, en nosotros, dos individuos absolutamente distintos el uno del otro.

Los dos son inteligentes, pero, mientras que el uno es consciente, el otro es inconsciente.

Ese estado de “inconsciente” es la razón por la cual, la existencia de este ser, pasa, generalmente desapercibida. Es fácil de constatar, no obstante, esta existencia, por poco que se tome uno la pena de examinar ciertos fenómenos y de reflexionar en ellos algunos momentos.

He aquí algunos ejemplos:

Todo el mundo conoce el sonambulismo, sabemos que un sonámbulo se levanta en la noche, sin despertarse; que sale de su habitación luego de vestirse, o no, desciende las escaleras, atraviesa corredores y que, luego de ejecutar ciertos actos o terminar cierto trabajo, retorna a su habitación, se vuelve a acostar, y muestra, a la mañana, la mayor sorpresa al encontrar terminado un trabajo que había dejado inacabado, la víspera. No sabe que fue él quien lo hizo. ¿A cuál él se preguntará, sorprendido, atribuir su trabajo terminado? ¿A qué fuerza obedece su cuerpo sino a una fuerza inconsciente, a su ser inconsciente?

Consideremos ahora, si ustedes quieren, el caso muy frecuente, de un alcohólico atacado de “delirium tremens”. Como tomado por un acceso de demencia, se hace a cualquier arma (cuchillo, martillo, hacha) y golpea furiosamente a aquellos que tienen el infortunio de estar a su alrededor. Cuando el acceso termina, el hombre recobra el sentido, contempla con horror la masacre que se ofrece a su vista, ignorante de que él mismo es el autor. ¿Acaso, no es el inconsciente quien ha ordenado este malestar?

Si comparamos el ser consciente con el ser inconsciente, constatamos que, mientras que el consciente está dotado de una memoria no muy fiel, el inconsciente, al contrario, está provisto de una excelente e impecable memoria, grava, a nuestro pesar, los más mínimos acontecimientos, los más mínimos hechos de nuestra existencia. Además, es crédulo y acepta, sin razonar, lo que se le dice. Y, como es quien preside el funcionamiento de todos nuestros órganos, por intermedio del cerebro, se produce el hecho de que, -cosa que usted encontrará paradójica-, tal o cual órgano funcione bien o mal o, de sentir tal o cual impresión que, determina nuestro quehacer diario.

Lo inconsciente, no sólo, preside, las funciones de nuestro organismo sino también, el cumplimiento de todas nuestras acciones, sean cuales sean éstas.

Lo que llamamos “imaginación” y que, contrariamente a lo que es admitido, nos hace siempre trabajar, incluso contra nuestra voluntad cuando hay antagonismo entre estas dos fueras, es lo inconsciente.

Voluntad e imaginación

Si abrimos un diccionario y buscamos el significado del término voluntad, encontraremos esta definición: “Facultad de libre determinación de nuestros actos”.

Aceptamos esta definición como verdadera, e intachable. Ahora bien, nada es más falso, y esta voluntad, que reivindicamos tan orgullosamente, cede siempre el paso a la imaginación. Esta es una ley absoluta es decir que, no sufre excepción alguna.

“! Blasfemia! ¡Paradoja!” Opondrá, usted.

“En lo absoluto. Verdad, pura verdad”, les respondo yo.

Y par convencerlo, abra los ojos, mire a su alrededor, y sepa comprender lo que ve.

Usted se da cuenta entonces que lo que le digo no es una teoría fundada por un cerebro enfermo, sino la simple expresión de lo que es.

Supongamos que colocamos al sol una plancha de 10 metros de largo por 25 metros de ancho: es evidente que todo el mundo será capaz de ir de uno a otro lado de esta plancha sin tropezarse.

Cambiemos las condiciones del experimento y supongamos que esta plancha está ubicada a la altura de las torres de una catedral: ¿Quién es entonces, capaz de avanzar por lo menos un metro sobre tan estrecho camino?. ¿Usted quien, me escucha? No.

Sin duda. Usted no daría dos pasos sin temblar: y que, a pesar de todos sus esfuerzos de voluntad, caería infaliblemente al suelo.

¿Por qué entonces, si la plancha está en el suelo, por qué no caería usted? Y, ¿Por qué sí caería cuando está puesta en lo alto? Simplemente porque, en el primer caso usted se imagina que es fácil ir hasta el otro extremo de la plancha, mientras que, en el segundo, usted se imagina que usted no puede. Usted pudo querer avanzar pero, si imagina que usted no puede, queda en la imposibilidad absoluta de hacerlo.

Si los obreros, carpinteros, son capaces de realizar tal acción, es porque ellos imaginan que pueden. El vértigo no tiene otra causa que, la imagen de caer que nos hacemos; esta imagen se transforma inmediatamente en acto, a pesar de todos nuestros esfuerzos de voluntad. Estas imágenes inconscientes son tanto más rápidas que la intensidad de nuestros esfuerzos.

Consideremos una persona afectada de insomnio. Si no hace esfuerzos por dormir se quedará tranquila en su lecho. Si por el contrario, quiere dormir, a mayor esfuerzo mayor agite, menos se duerme.

¿No se ha dado cuenta que, cuando cree haber olvidado un nombre más se le escapa éste, al tratar de recordarlo, mientras que, al sustituir en su mente, tal idea, por esta otra: “ya me acordaré”, el nombre aparece sin el menor esfuerzo?.

Aquellos que hacen bicicleta se acuerdan de sus primeros intentos. Iban por la calle y ante el temor de caer, se agarraban del volante, de un momento a otro, notaban en medio del camino un caballo o un simple guijarro, buscaban evitar el obstáculo, pero mientras más esfuerzos hacían por evitarlo, más directamente iban hacia él.

¿Quién no tuvo esa risa loca, ese reír que mientras más esfuerzos se hace por evitarlo, más violento es?. ¿Cuál era el pensamiento de cada uno en tales diferentes circunstancias?

“quiero no caerme”,

“quiero encontrar el nombre de madame Cosa, pero no puedo”,

“Quiero evitar el obstáculo, pero no puedo”,

“Quiero contener la risa, pero no puedo”.

Como se ve, en cada uno de estos conflictos, es siempre la imaginación que domina sobre la voluntad y, sin excepción.

En el mismo orden de ideas, ¿acaso no sabemos que un jefe de tropa que se precipita hacia delante, a la cabeza del grupo, entrena a su tropa a estar siempre después de él, mientras que si grita: “Sálvese quien pueda”, determina casi fatalmente el fracaso?

¿Por qué? En el primer caso, la tropa se imaginan que ellos deben caminar hacia delante, a la cabeza de sus tropas, mientras que; en el segundo, se imaginan que ellos están vencidos y que es preciso huir para escapar de la muerte.

Panurge, no ignoraba el contagio del ejemplo, es decir, la acción de la imaginación, cuando, para vengarse de un negociante con el que navegaba, le compró el mejor cordero y se lo tiró al mar, tal que, los demás corderos, lo siguieron, sin que le quedase al enemigo, ninguno.

Nosotros, los humanos, nos parecemos más o menos a los corderos y, a pesar de nosotros, seguimos irresistiblemente el ejemplo de otro, imaginando que no podemos hacer de otro modo.

Podría citar muchos ejemplos, pero creo que tal enumeración es innecesaria.

No pasaré en silencio, no obstante, el hecho de la enorme potencia que presenta la imaginación, dicho de otra manera, la potencia del inconsciente en la lucha contra la voluntad.

Hay bebedores que desearían dejar de beber, pero que no pueden impedírselo a sí mismos. Interróguenlos, le responderán, con toda sinceridad, que quisieran estar sobrios, que la bebida los desgasta, pero que son, irresistiblemente impulsados a beber, a pesar de su voluntad, a pesar del mal que saben, les hará...

Incluso ciertos criminales hacen sus fechorías a pesar de ellos, y cuando se les pregunta por qué, ellos responden: ”Yo no pude impedírmelo, eso era más poderoso, era más fuerte que yo”.

Y el bebedor y el criminal, dicen la verdad: están formados para hacer lo que hacen, por la sola razón de que ellos imaginan que no pueden no hacerlo.

Así pues, nosotros que estamos tan orgullosos de nuestra voluntad, nosotros que nos creemos tan libres en lo que hacemos, no somos sino unos pobres fantoches de los que la imaginación tiene los hilos. No cesamos de ser esos fantoches sino cuando hemos aprendido a conducir la imaginación.

Sugestión y Autosugestión

Después de lo anterior, podemos asemejar la imaginación a un torrente que entraña, finalmente, malestar y que, se le ha dejado caer, a pesar de nuestra voluntad de cruzar el río. Ese torrente, parece indomeñable; mientras que si usted sabe cómo tomarlo, usted volteará su curso, lo conducirá hasta la fábrica, y allí, lo transformará en fuerza, en movimiento, en calor, en electricidad.

Si esta comparación no les parece suficiente, asemejemos entonces la imaginación (la loca de la casa, como se la llama) a un caballo salvaje que no tiene ni guía ni frenos. ¿Qué puede hacer el jinete que lo monta, si no, dejarse llevar a donde al caballo le plazca conducirlo? Y siguiendo, entonces, si éste se encabrita, es en la fosa donde detiene su carrera.

¿Qué el jinete acaba de poner frenos a su caballo, y que los roles han cambiado? No es el caballo quien va a donde él quiere, es el jinete quien se hace seguir por su caballo por la ruta que desea.

Ahora que estamos captando la enorme fuerza del ser inconsciente o imaginativo, voy a mostrarles que este ser, considerado como indomable, puede también domarse, tan fácilmente como a un torrente, o a un caballo salvaje. Pero antes de ir más lejos, es necesario definir, cuidadosamente dos palabras que empleamos con frecuencia, sin saber a ciencia cierta lo que significan. Estas palabras son:

Sugestión y autosugestión

¿Qué es entonces la sugestión?

Se puede definir como “la acción de imponer una idea al cerebro de una persona”.

¿Realmente existe esta acción?

Propiamente hablando, no. La sugestión no existe por sí misma, en efecto; ella no existe y no puede existir sino a condición sine qua non de transformarse en un sujeto en autosugestión.

Y esta palabra, la autosugestión, la definimos como:

“La implantación de una idea en sí mismo por sí mismo”.

Usted puede sugerir algo a alguien: si lo inconsciente de éste último no acepta tal sugestión, si no la digiere, por así decir, a fin de transformarla en autosugestión, ella no produce efecto alguno.

Algunas veces se me ha ocurrido sugerir algo banal a sujetos de ordinario obedientes, y ver mi sugestión fallar. La razón de esto es que lo inconsciente de tales sujetos ha rehusado aceptar mi sugerencia, y no la transforma en autosugestión.

Empleo de la autosugestión

Vuelvo al lugar en donde decía que podemos domar y conducir nuestra imaginación tal y como se conduce un torrente o se doma un caballo. Basta para ello, en principio saber que esto es posible (lo que casi todo el mundo ignora), y luego, conocer el modo de cómo hacerlo posible.

Y bien, este modo es muy simple: es aquel que, sin querer, sin saberlo, de una forma absolutamente inconsciente de nuestra parte, empleamos mal y, a causa, frecuentemente de nuestra mamá. Este modo es la autosugestión.

Mientras que si habitualmente, uno se auto-sugiere inconscientemente, basta autosugerirse conscientemente, y el procedimiento consiste en esto:

––Primero, pensar con su razón la cosa que debe ser el objeto de la autosugestión y,

––Segundo; según que se responda sí o no, repetirse muchas veces, sin pensar en otra cosa “Esto será” o, “esto pasa”, “esto ocurre”, etc. Y, si lo inconsciente acepta esta sugestión, si él se auto-sugiere, se verán realizar las cosas, que se desean, punto por punto.

Así entendida, la autosugestión no es otra cosa que el hipnotismo tal como lo entiendo, y como lo defino por la simple autosugestión consciente.

Sé que, generalmente, uno pasa por loco a los ojos del mundo cuando osa emitir ideas a las que la mayoría de los seres no están habituados a entender.

En Palabras: es la influencia de la imaginación sobre el ser moral y el ser físico del hombre, esta acción es innegable, y sin volver a los ejemplos precedentes, citaré algunos otros.

Si usted se persuade a usted mismo que usted puede hacer una cualquier cosa, manteniendo que ella sea posible, usted la hará, por difícil que ella pueda ser. Si al contrario, usted se imagina que no puede hacer la cosa más simple del mundo, le será imposible hacerla y los obstáculos le parecerán montañas infranqueables.

Tal es el caso de los neurasténicos que, se creen incapaces del menor esfuerzo, se encuentran frecuentemente, en la imposibilidad de hacer algo sin sentir extrema fatiga. Y estos mismos neurasténicos, cuando hacen esfuerzos para salir de su tristeza se hunden cada vez más, parecen infelices que se derrumban y que se hunden tanto más, cuanto más esfuerzos hacen por salvarse.

No es sino pensar que un dolor se va para sentir que en efecto este dolor poco a poco desaparece e, inversamente, basta con pensar que uno sufre para sentir inmediatamente el sufrimiento que llega.

Conozco ciertas personas que predicen, en ciertas circunstancias, que ellas tendrán migraña tal o cual día y en efecto, el día predicho, en las circunstancias dadas, ellas lo sienten. Ellas mismas se dan el dolor así como otros, o ellos mismos si desean, se curan.

Y bien, a riesgo de pasar por loco, diré que, si muchas personas están enfermas moral y físicamente, es porque ellas se imaginan estar enfermas, sea moral, sea físicamente; si algunas personas están paralíticas, sin que haya lesión alguna en ellas, es porque ellas se imaginan estar paralizadas, y es en estas personas en quienes se producen extraordinarias curaciones.

Si algunos son felices o infelices, es porque ellos se imaginan estar felices o infelices, pues, dos personas, ubicadas exactamente en las mismas condiciones, pueden encontrarse, la una; perfectamente, y la otra absolutamente mal.

La depresión, el tartamudeo, las fobias, la cleptomanía, algunas parálisis, etc., no son otra cosa que el resultado de la acción del inconsciente sobre el ser físico o moral.

Pero, si nuestro inconsciente es la fuente de muchos de nuestros males, puede también traer consigo la curación de nuestras afecciones morales y físicas. Puede, no solamente, reparar el mal que ha hecho, sino incluso curar las enfermedades reales, tan grande es su acción sobre nuestro organismo.

Enciérrese en una habitación, siéntese en una silla, cierre los ojos para evitar toda distracción, y piense únicamente durante algunos instantes: ´Tal cosa está desapareciendo” y “tal otra va a suceder”.

Si usted, realmente se autosugestionó, es decir, si su inconsciente hizo suya la idea que usted le ofreció, entonces, usted quedará sorprendido al ver producir tal cosa que usted pensó. Es de anotar que lo propio de las ideas auto-sugeridas es existir, en nosotros, a nuestras expensas y, el nosotros no saber de ellas sino, por los efectos que producen. Pero sobretodo, y esta recomendación es esencial, la voluntad no interviene en la práctica de la autosugestión; pues, si ella no está de acuerdo con la imaginación, es decir, si uno piensa por ejemplo: “Quiero que tal o tal cosa se produzca”, y la imaginación dice “tú lo quieres, pero eso no es posible”, no solamente no se obtiene lo que uno quiere, sino incluso se obtiene exactamente lo contrario.

Esta observación es capital, y ella explica el por qué los resultados son tan poco satisfactorios cuando, en el tratamiento de las afecciones morales, uno se esfuerza en hacer la reeducación de la voluntad. Es en la educación de la imaginación que es preciso atarearse, y es gracias a este matiz, que mi método ha tenido éxito, allí, donde otros, y no de los menos, han fracasado.

De numerosas experiencias que he hecho diariamente, desde hace veinte años y que he observado con minucioso cuidado, pude sacar las conclusiones siguientes y que resumo en forma de leyes:

–– Cuando la voluntad y la imaginación están en lucha, es siempre la imaginación la que gana sin excepción alguna.

–– En el conflicto entre la voluntad y la imaginación la fuerza de la imaginación es en razón directa el cuadrado de la voluntad;

–– Cuando la voluntad y la imaginación están de acuerdo, la una no se añade a la otra sino que, la una se multiplica por la otra;

––La imaginación puede ser conducida.

Las expresiones “en razón directa el cuadrado de la voluntad” y “se multiplican” no son rigurosamente exactas. Es simplemente una imagen destinada a hacer comprender mi pensamiento.

Por lo que acaba de ser dicho, parecería que nadie debería nunca estar enfermo. Esto es verdad. Toda enfermedad, casi sin excepción, puede ceder ante la auto-sugestión, por atrevido e inverosímil que pueda parecer mi afirmación; no digo cede siempre, pero digo, puede ceder, que es diferente.

Para llevar a la gente a practicar la autosugestión consciente, es preciso enseñar como hacerlo, y se hace así como se aprende a leer y a escribir, o como se enseña la música, etc.

La autosugestión es, como lo dije antes, un instrumento que traemos con nosotros al nacer y con el cual jugamos inconscientemente toda nuestra vida así como un bebé juega con un sonajero. Pero, es un instrumento peligroso, puede herirnos, matar incluso, si usted lo usa de manera imprudente e, inconscientemente. Lo salvará, por el contrario, cuando usted sabe emplearlo de manera consciente. Puede decirse de él, lo que Esopo decía del lenguaje: “Es lo mejor y, al mismo tiempo, la peor cosa del mundo”

Les voy a explicar ahora, cómo puede uno hacer para que “todo el mundo” sienta la acción bienhechora de la auto-sugestión aplicada de una forma consciente.

Al decir, “todo el mundo”, exagero un poco pues, hay dos clases de personas en quienes es difícil provocar autosugestión consciente: ––Los retrasados que no son capaces de comprender lo que se les dice, y ––las gentes que no consiguen aprender.

Manera de proceder de un sujeto para aprender el tema para auto-sugestionarse.

El principio del método se resume en algunas palabras:

No se puede pensar sino una cosa a la vez, es decir que, dos ideas pueden yuxtaponerse, pero no superponerse en nuestro pensamiento.

La primera idea que ocupa nuestro pensamiento, se cumple; pues tiene la tendencia a transformarse en acto.

Entonces, si usted llega a pensar de un enfermo que su sufrimiento desaparecerá, la enfermedad desaparecerá; si usted piensa que un cleptómano no volverá a equivocarse no lo hará más, etc. 

Manera de proceder para hacer que la sugestión sea curativa

Cualquiera que pueda ser la afección del sujeto, física o moral, es preciso proceder siempre de la misma manera y pronunciar las mismas palabras con algunas variantes, según los casos.

Diga al sujeto: “Siéntese y cierre los ojos.”

No trate de hacerlo dormir, es inútil.

“Le ruego cerrar, simplemente, los ojos para que su atención no se distraiga en objetos que llegan a su campo visual”.

Diga ahora que:

“todas las palabras que le voy a pronunciar van a fijarse, imprimirse, gravarse, incrustarse, en su cerebro. Es preciso que ellas queden fijadas, impresas, incrustadas. Incluso si usted no quiere, o no sabe cómo, quedarán fijadas, de una forma totalmente inconsciente de su parte, su organismo y usted mismo deberán obedecer.”

Le digo en principio que,

“todos los días, tres veces por día: a la mañana, a la tarde, a la noche; a la hora de las comidas, usted tendrá hambre, y se dirá: “comeré placenteramente” y en efecto, usted comerá con placer. Tendrá cuidado en masticar, lentamente, sus alimentos tal que, los transforme en una especie de pasta blanda que, usted digerirá. En estas condiciones usted digerirá bien y no sentirá dolor alguno. La asimilación se hará bien y su organismo preferirá sus alimentos para hacer sangre, músculo, fuerza, energía, en una palabra; vida.

Puesto que usted ha digerido bien, la función intestinal se cumplirá normalmente y todas las mañanas, al levantarse experimentará la necesidad de evacuar y, sin tener necesidad de utilizar medicamento alguno, sin recurrir a artificio alguno usted obtendrá un resultado satisfactorio.”

Además,

“todas las noches, a partir del momento en que desee ir a dormirse hasta el momento en que desee despertarse a la mañana siguiente, dormirá con un sueño profundo, calmo, tranquilo, durante el cual no tendrá pesadillas, sueño al salir del cual, usted portará completa disposición de ánimo.
 
De otra parte, a partir de ahora, si le llega el estar triste, derrumbado, fatigado, enojado, no será más así, y en lugar de estar triste, derrumbado, fatigado enojado, usted estará, alegre, es posible estar alegre, sin razón alguna, alegre incluso, así mismo como le llegaba estar triste sin razón alguna: le diré más; incluso aún teniendo verdaderas razones, razones reales ,para estar aburrido y afligido, usted no lo estará.

Si le llegan momentos de impaciencia, cólera, usted no hará tales movimientos, no los tendrá más; por el contrario, estará siempre paciente, siempre dueño de usted mismo y las cosas que le enojan, se tornarán para usted, indiferentes y entrará en calma, mucha calma. Si alguna vez es asaltado por el odio, seguido de ideas malsanas, temores, terrores, fobias, tentaciones, amarguras; yo deseo que todo eso frente a los ojos de su imaginación y poco a poco, se aleje de usted, y que eso parezca fundirse, perderse como en una nube lejana en la que todo debe terminar desapareciendo, completamente; como al despertar, se evapora un sueño.

Deseo que todos sus órganos funcionen bien: el corazón late normalmente, la circulación sanguínea se efectúa como ella debe efectuarse, los pulmones funcionan bien, el estómago, el intestino, el hígado, la vesícula biliar, los riñones, la vejiga, cumplen normalmente sus funciones. Si alguno entre ellos funciona de forma anómala, esta anomalía desaparece día a día, tal que en poco tiempo,habrá desaparecido completamente, y éste órgano habrá retomado su función normal. Además, si existe alguna lesión en alguno de ellos, estas lesiones se cicatrizan día a día, y ellas estarán rápidamente curadas.”


Para tal propósito, debo decir que; no es necesario saber qué órgano está enfermo para curarlo. Bajo la influencia de la autosugestión: “Todos los días, bajo todos los puntos de vista, voy de mejor en mejor”.

El inconsciente ejerce su acción sobre ese órgano, órgano que él mismo sabe discernir muy bien. Agrego incluso esto, y es una cosa muy importante:

“Si hasta el presente, usted ha experimentado frente a usted mismo una cierta desconfianza, le digo que esa desconfianza desaparecerá poco a poco, dejando en su lugar, al contrario, confianza en usted mismo, basada en esta fuerza de un incalculable poder, que está en cada uno de nosotros.”

Esta confianza es una cosa absolutamente indispensable en todo ser humano. Sin confianza en sí, no se llega a nada, con confianza en sí, se puede lograr todo (en el dominio de las cosas razonables, por supuesto).

Usted toma confianza, en usted y, entonces, la confianza le da la certeza de que usted es capaz de hacer, no sólo bien, sino, muy bien, todas las cosas que desee hacer, con la condición de que sean razonables, todas esas cosas, tanto como es razonable, su deber de hacerlas. Entonces, cuando usted decida hacer algo, razonable, cuando tenga que hacer una cosa que es su deber hacerla, piense siempre que esa cosa es fácil.

Que las palabras: “difícil”, “imposible”, “yo no puedo”, “es más fuerte que yo”, “no puedo impedirme tal o cual cosas...”; desaparezcan de su vocabulario, ellas no son castellano. Lo que sí es castellano es,

O, lo que sí está en su lengua maternal, o en la lengua en a diario se exprese, “es fácil, yo puedo”.

Si usted considera la cosa, como fácil, ella se le tornará fácil, mientras que a los otros les seguirá pareciendo difícil, y estas cosas usted las hace rápido, usted las hace bien, usted las hace sin fatiga porque las hace sin esfuerzo.

Mientras que si usted las hubiera considerado difícil, o imposible, estas se le tornarán difíciles, simplemente porque usted la consideró así”.

A estas sugestiones generales que parecerán quizá un poco largas e incluso, algunas de ellas, infantiles, pero no obstante, necesarias, es preciso agregar aquellas que se aplican al caso particular del sujeto que usted tiene entre sus manos.

Todas estas sugestiones deben ser hechas en un tono monótono y arrullador (acentuando las palabras esenciales) que invite al sujeto, si no, a dormir, al menos a quedarse en quietud, a no pensar en nada. Cuando la serie de sugestiones haya terminado, uno se dirige al sujeto, con alegría (aunque sin emoción, no obstante), en estos términos:

“En suma, espero que desde todos los puntos de vista, tanto desde el punto de vista físico como moral, usted goce de excelente salud, de una salud mejor que aquella de la que usted ha gozado hasta ahora. Ahora contaré hasta tres y cuando yo diga tres, usted abrirá los ojos y saldrá del estado en que usted estaba, y saldrá tranquilamente, al salir no tendrá la más mínima fatiga, ni aburrición. Por el contrario, se sentirá, fuerte, vigoroso, alerta, dispuesto, pleno de vida, además, estará alegre, muy alegre y dominando todos sus asuntos.

UNO, DOS, TRES

A la palabra TRES, el sujeto abre los ojos y sonriendo, siempre con una expresión, en su rostro, de contento y bienestar. Una vez este pequeño discurso haya terminado, usted agregará lo que sigue:

Cómo practicar la autosugestión consciente

Todas las mañanas al despertar y todas las tardes al dormir, cierre los ojos y, sin buscar fijar su atención sobre lo que se le dice, pronuncie con los labios, bastante alto para escuchar sus propias palabras y, contando con un lazo provisto de 20 nudos, la siguiente frase: “Todos los días, bajo todo punto de vista, voy mejor, mejor y mejor”

Las palabras “bajo todos los puntos de vista” se dirigen a “todo”, es inútil hacer sugestiones particulares. Esta sugestión, de la manera más simple posible, incluso infantil y maquinal, y por consecuencia, sin el menor esfuerzo; es más efectiva. En una palabra, la fórmula debe ser repetida con el tono empleado, para recitar las letanías. De esta forma, se llega a hacer penetrar mecánicamente, en el inconsciente, por el oído este mensaje y cuando este mensaje, haya penetrado; irremediablemente, actúa.

Seguir toda la vida este método es, a la vez, preventivo y curativo.

Además, cada vez que, en el transcurso de la jornada o de la noche, se sienta un sufrimiento físico o moral, afirmarse inmediatamente, en sí mismo, que uno va ha hacerlo desaparecer, luego, aislarse, tanto como sea posible, cerrar los ojos, y, pasando la mano sobre la frente, si se trata de algo moral o, sobre la parte adolorida, si se trata de algo físico, repetir rápidamente con los labios, las palabras “pasa, pasa, etc., etc.,” tanto tiempo como sea necesario. Con un poco de práctica se llega a hacer desaparecer el dolor moral o físico al cabo de 20 a 25 segundos.

Recomenzar cada vez que sea necesario

Es entonces fácil darse cuenta del rol del sugestionador.

No es un amo quien ordena, es un amigo, un guía, quien conduce paso a paso al enfermo, en su vía hacia la curación. Como todas estas sugestiones son dadas en interés del enfermo, el inconsciente de este último no demanda sino asimilarlas y transformarlas en autosugestión. Cuando esto está hecho, la curación se obtiene más o menos rápidamente.

La práctica de la autosugestión no reemplaza un tratamiento médico, pero es una ayuda preciosa tanto para el enfermo como para el médico.



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Capítulo I "ESE ALGO DENTRO DE UNO" QUE SE LLAMA T N T de CLAUDE BRISTOL






EL PODER ESTA EN USTED
Claude M. Bristol (1891-1951)



I

"ESE ALGO DENTRO DE UNO" QUE SE LLAMA T N T


Para los que quieren aprender y progresar tengo un mensaje. Lo entrego sin temor alguno, como no sea temer la completa revolución de su mundo, porque trae salud, riqueza, éxito y felicidad, siempre que se comprenda y acepte este mensaje.

Hay que recordar que el TNT es un explosivo peligroso; por lo tanto, hay que manejarlo cuidadosamente. A través de los siglos, su poder ha destruido a los que han hecho mal uso de él. Por lo tanto, hay que tener gran cuidado y sólo darle el empleo adecuado.

Dicho poder queda probado en las enseñanzas de la Biblia, ciertas leyes físicas, bien establecidas, y finalmente, mediante el sentido común. Hay que leer y determinar por sí mismo si las pruebas que ofrezco carecen de valor.

Algunos verán sólo el lado espiritual, otros reconocerán las verdades científicas, y otros, aún, lo aceptarán como un método práctico para el camino del éxito. No importa: hay muchos que conocen la verdad y abrirán sus mentes para que la luz las ilumine brillantemente.

Yo debo este conocimiento a un viejo amigo mío, un técnico en rayos X y aparatos de alta frecuencia eléctrica, el cual, cuando yo era muchacho y hacía experimentos con la electricidad, llamó mi atención hacia el primer trocito de TNT que tenía en el bolsillo. Entonces yo no sabía de qué se trataba, y no le comprendí, pero afortunadamente lo he conservado a través de los años.

Al mirar hacia atrás, me doy cuenta de que no me obligué a comprender lo que era. El creía en mí, y sabía que lo aceptaría cuando llegase el momento.

Tardé casi treinta años, durante los cuales estuve buscando por todos los caminos, para ver si hallaba "ese algo" —el secreto— TNT.

Y todo aquel tiempo lo tenía en mi bolsillo, al alcance de mi mano. Sin embargo, ahora lo tengo bien asegurado, y lo compartiré cordialmente, sabiendo que si se usa con prudencia, acabará con todos los obstáculos y afirmará el camino que se ha querido recorrer toda la vida.

¿POR QUÉ ESTÁ USTED TAPIADO?

Durante muchos años he sido periodista, en su mayoría con carácter extraoficial. He conocido a muchos grandes hombres y mujeres y entrevistado a mucha gente famosa. Naturalmente, los estudié y traté de comprender cuáles eran las cualidades peculiares que poseían y que les colocaban por encima de los demás. Pero su secreto se me escapaba.

Entonces vino la Primera Guerra Mundial, y me pregunté por qué los demás progresaban mientras yo quedaba frustrado en mis ambiciones. Sin embargo, la guerra me enseñó que podía dormir en el barro, comer pan mohoso, y vivir y reír a pesar de ello. Esto forma parte de mi TNT, por lo tanto, se debe recordar lo que aprendí yo. Me ayudó a dar al Medio un golpe en el plexo solar, y creo que les puede servir a ustedes.

Esperando hallar el camino real de la fortuna, leí cientos de los llamados libros "de éxito", pero no me llevaron a ninguna parte. Hice lo mismo con libros de filosofía y psicología, pero el gran secreto aún estaba muy lejos de mí. Ingresé en hermandades secretas, esperando hallar en ellas lo que buscaba. Sin embargo, igual que el trocito de TNT en mi bolsillo, el secreto estaba en todos los libros, en todas las grandes órdenes, en todas partes, en realidad, debajo de mis narices, pero había algo que me impedía verlo.

Hay que determinar por sí mismo qué le impide a uno alcanzar el TNT. Allí está. Si no se encuentra en la palabra escrita, hay que leer entre líneas, tal como yo me he esforzado en presentarlo a ustedes.

¿TIENE MIEDO?

Después de la guerra entré a formar parte de una organización bancaria, y durante años acaricié numerosos sueños —como ocurría con miles de personas en todos los campos del comercio— para descubrir luego que los castillos en el aire que había construido tenían una base muy endeble.

El cataclismo que volvió al mundo patas arriba, en el sentido financiero —la depresión de 1929—, acabó con mis castillos en el aire, y me asusté. Me sentí perdido, en medio de la niebla. Adónde me volvía, algo fracasaba. Como jefe de la organización, mis responsabilidades se multiplicaban. Nuestro negocio, debido a los cambios económicos que tenían lugar en el mundo, se veía frente a una crisis. Mucha gente, incapaz de comprender la catástrofe comercial que se multiplicaba, hacía críticas. Todo esto trajo preocupaciones y muchas noches de insomnio. Llegué a tener miedo de ir al trabajo, temeroso de que cada día trajese nuevas miserias.

Las semanas transcurrían, y la situación empeoraba. Me sentía desconcertado. Varias veces hablé de abandonar el negocio; y un día, a fines de junio de 1931, me decidí a dejarlo. Se lo comuniqué a una de las mujeres con quienes estaba asociado comercialmente durante varios años, y sólo vi reproches en sus ojos.

Aquella noche traté de dormir. Nuevamente me fue imposible. Estuve paseándome durante horas enteras, cuando a eso de las 3.30 de la madurada me detuve bruscamente y me senté. Me vi frente a frente conmigo mismo.

Podía seguir la inclinación de huir y dejar que los demás siguieran solos, o podía quedarme y hacer lo que pudiera; un deber que yo sabía que era mío. Me sorprendí diciendo, casi en alta voz:

"Lo justo es justo. Siempre lo ha sido. No puede ser de otra manera"

Esto era algo que me habían enseñado desde la infancia. ¡De repente me parecía un descubrimiento!
¡PROCEDENTE DEL AIRE!

Del aire vino una voz que decía: "¿Qué has estado buscando todos estos años? ¿Qué te han enseñado?
¿Qué has aprendido? ¿Dónde has estado? ¿A dónde vas?"

Me puse en pie de un salto, exclamando: Yo sé. Ahora lo sé. Conozco el secreto. Eso era lo que trataron de enseñarme. ¡También es el Secreto Real! Algo me dijo que hallaría idénticas palabras en un libro que me habían dado muchos años antes, y que había tratado de leer, pero sin llegar a entenderlo. Estaba escrito por un gran hombre, Albert Pike, místico, poeta y erudito. Sacándolo del estante, lo hojeé febrilmente. Allí estaban las palabras, y comprendí inmediatamente.

ABRA SU MENTE

Entonces tenía la clave. Veía un camino ancho y llano, y al final de aquel camino, una inundación de luz.

"Ese es el camino en que estás ahora. ¡Qué tonto has sido! Han tratado de enseñarte, y tú has cerrado tu mente... pensando que sólo tú podías hallar el camino y seguir por él".

Me sentí abrumado de gozo. Mis miedos, mis preocupaciones, habían desaparecido. Sonreí. Sabía que estaba en lo cierto, y que desde ahora todo se me solucionaría. Dormí como un niño.

Aquel día había una atmósfera diferente en la oficina. Las amenazadoras nubes negras que pendían sobre nosotros comenzaron a desvanecerse. Le dije a la mujer —la que me lanzó la mirada de reproche—lo que había sucedido, y ella me sonrío comprensivamente. Me ayudó a volver al buen camino y nunca se lo agradeceré bastante.

Como dijo un sabio: "Todos hemos nacido con la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, y con la capacidad de lograr, pero algunos de nosotros tenemos que darnos de cabeza contra un muro de piedra y destrozarnos, antes de saber de qué se trata".

Choqué ruidosamente contra el muro, y fue lo más grande y lo mejor que me sucedió.

Muchos, al notar la transformación, me pidieron explicaciones. Las di a algunos de mis amigos más íntimos. Sabiendo que ayuda, las comunicaré a mis lectores.

¡TAP-TAP-TAP!

Poco a poco. Como una gotita de agua, tap-tap-tap, el TNT se irá llevando todos los antiguos miedos, dudas y prejuicios, haciendo lugar a las nuevas ideas, a los nuevos conceptos y a nuevas verdades.

Tap-tap-tap: es una oportunidad que llama a las puertas de la mente. Hay que abrir la mente para dejar entrar este conocimiento.

Desde el día en que decidí pasar a los demás esta carga de TNT, ha sido utilizada por millares de individuos, firmas y organizaciones. Además, he hablado y dado conferencias, en persona y por radio, a otros muchos millares; y me congratulo en poder decir que, sin excepción, han obtenido resultados magníficos los que han comprendido y aplicado los principios y mecanismos aquí esbozados.

¡TAP-TAP-TAP!

Se puede obtener todo de una vez, o se puede tomar algún tiempo para preparar la mente, de modo que el poder que tiene uno pueda producir su efecto. Pero no hay que esforzarse demasiado. Hay que estar seguro de que el poder está ahí, y aprender a hacer uso de él.

Cuando yo fui despertado, la moral de nuestra organización estaba bajísima. Todos se hallaban desanimados. Aterrados. El rigor de las circunstancias nos obligaba a cambiar totalmente de actitud.

¡LO JUSTO ES JUSTO!

Mi deber era hacer cuanto pudiera para ayudar a los demás, porque sabía que eso era lo justo. Al principio estaba perplejo acerca de los métodos que debería emplear para ayudar a los otros, pero usé mi sistema propio, apelando al subconsciente, y la voz interior dijo que debería hablarles.

Algunos eran escépticos, pero yo me dije: — ¡Puedo probarles que estoy en lo cierto!

Y durante las semanas siguientes, pasé todas las horas examinando los libros que había estudiado. Naturalmente la Biblia era el primero de ellos; luego venían los estudios sobre ciencia Yoga, la filosofía de los antiguos griegos, los maestros romanos y los maestros y eruditos de épocas posteriores. De nuevo deliberé sobre las Meditaciones, de Marco Aurelio, releí la Ley de los fenómenos psíquicos, de Thomas Jay Hudson, y otro libro, El quid de ello, escrito por un brillante físico, Haydon Rochester.

Nuevamente estudié mis libros sobre física, electricidad y las vibraciones de la luz, y descubrí que no sólo tenía razón, como creía, sino que en todos ellos estaban los mismos principios generales. Releí numerosos libros de psicología y hallé lo mismo en ellos. Por consiguiente, cité algunos extractos y ¡oh maravilla!, todo comenzó a movilizarse.

¿DÓNDE ESTÁ SU APARTADO?

Al mirar en torno mío, hice la significativa comprobación de que los hombres y las mujeres que usan este poder son gentes que siempre ocupan la primera página de los periódicos. Hay algo que les hace abandonar sus circunstancias vulgares, y se elevan sobre el nivel corriente.

No se trata de que uno quiera hacerse famoso en este sentido, pero, sin embargo, hay que convenir en que las gentes que han desarrollado hasta el máximo esta potencia interior se han hecho famosas necesariamente. Esto no quiere decir que busquen la publicidad, porque algunos de ellos son muy reticentes. (Por ejemplo, Greta Garbo.) Otros adoptan ciertas peculiaridades o usan determinados mecanismos, para destacarse por encima de sus semejantes. Algunos emplean una sonrisa eficaz (Dwight Eisenhower), otros fruncen el ceño (John L. Lewis), otros llaman la atención por los sarcasmos que dirigen a las gentes y a las costumbres (George Bernard Shaw), y otros tienen un cierto encanto en los modales (Eleanor Roosevelt).

El cabello largo (como muchos músicos y directores, por ejemplo, Leopoldo Stokowski), las patillas (los hermanos Smith), el monóculo (Charles Coburn), también desempeñan su papel. Las túnicas y los trajes especiales también lo tienen (Mark Twain y sus famosos trajes blancos).Otros llaman la atención mediante corbatas rojas, botines, modales afectados e incluso por el número de sus matrimonios y divorcios (Tommy Manville).

El mundo se fija en lo inusitado, lo anticonvencional, y en los individuos no inhibidos, y las gentes famosas generalmente corresponden a estas clasificaciones. Son diferentes, en uno u otro aspecto. Algunos deliberadamente ponen de relieve sus diferencias. Otros no se preocupan de lo que la gente puede pensar de ellos. Están demasiado ocupados en ser ellos mismos, y hacer lo que quieren, sin preocuparse de si hacen o no buen uso de su poder de TNT.

Hay muchos que dominan el arte de la oratoria, la ciencia de la guerra, la banca, la política, el arte; pero todos ellos son famosos, popularmente. Su número constituye una legión. Menciono unos pocos históricos y actuales: Demóstenes, Nerón, Julio César, Cristóbal Colón, Galileo, Cleopatra, Balzac, Maupassant, Sir Isaac Newton, Juana de Arco, Crorriwell, Edgar Allan Poe, Benjamín Franklin, Alexander Hamilton, Bismarck, Alexander Graham Bell, el general Grant, Abraham Lincoln, Cecil Rhodes, P. T. Barnum, Clemenceau, Lord Kitchener, Woodrow Wilson, Sir Thomas Lipton, Mussolini, Hitler, Winston Churchill, José Stalin, Lenin, Franklin D. Roosevelt, Charles E. Hughes, Lloyd George, Mahatma Gandhi, Will Rogers, Douglas Fairbanks, Henry Ford, Thomas Edison, John Burroughs, Charles Lindbetg, Alfred E. Smith, Jane Adams, George Washington Carver, Al Jolson, Eleanor Roosevelt, Marian Anderson, Ralph Bunche, Harry Truman, Jawaharlal Nehru, Dwight D. Eisenhower, Ezio Pinza, Bernard Baruch, James Stewart, Jane Froman, Cecil B. De Mille, Albert Einstein y el doctor Albert Schweitzer. Se podría continuar, y cada hombre evocaría una personalidad, viva o muerta, única en su expresión y realización. Tales individuos se hallan en todos los aspectos de la vida. Siempre ocurrirá así, ya que su uso del poder interior los eleva al máximo de su profesión o empeño.

Se advertirá la inclusión de nombres como los de Nerón, Julio César, Mussolini, Hitler, Stalin y Lenin. Fueron brillantes a su modo, y obtuvieron sus posiciones de gran poder, mediante el uso de "ese algo" interior.

Cuando la historia los juzgue, tiene que pesar el bien que hicieron, frente al mal. Uno se puede hacer famoso usando el poder interior, mal o bien. ¡Por esa razón es a la vez tan maravilloso y tan peligroso! ¡Por esa razón hay que aprender a dominarlo; de un modo que constituya una ayuda para uno y para los demás y (si uno se hace famoso), para él el mundo!

Gandhi usó este poder, estoy seguro de ello, y creo que fue el personaje más famoso de los tiempos modernos. Hay muchas fotos donde aparece vestido con las ropas del hombre actual, pero en sus últimos años llevó rapado el cabello, un taparrabos y unas enormes gafas. No tengo derecho a decir que Gandhi adoptase esta vestimenta con ningún fin específico, pero creo que lo hizo dándose cuenta de que su apariencia contribuía a concentrar en él la atención del mundo, en bien de la causa de la India.

No trato de explicar por qué los que usan este poder son directores de escena. Pero advertirán los lectores, cuando comiencen a ejercitar este poder en su propia vida, que les hace destacarse entre sus amigos y personas queridas. Inmediatamente advertirán una diferencia en ustedes, en el modo en que se expresan, en el modo que actúan. Esto significa que uno comienza, quizás por primera vez, a ser uno realmente, a aprovechar las oportunidades que tiene a su alrededor, a desprenderse de sus viejas ideas y limitaciones, y a pedir lo que es legítimamente de uno, lo que podía haber alcanzado mucho antes, si se hubiera comprendido el modo de liberar el poder del TNT en la vida.

Recuerden: no se puede ser una modesta violeta, y obtener el reconocimiento del mundo.

"Una ciudad colocada sobre una colina, no puede estar oculta. Ni los hombres encienden una antorcha para colocarla debajo de un bushel..."

También: "Las grandes verdades de la vida sólo son conocidas por quienes están preparados para aceptarlas..."

Miles de los que usaron la fuerza interior para el mal, ocasionaron su propia destrucción. Al examinar la historia se puede seleccionar a esos hombres y mujeres.

Obtenemos de la vida exactamente lo que ponemos en ella, ni más ni menos. Esta es una vieja perogrullada, pero nunca se repite lo suficiente.

Cuando ponemos buenos pensamientos, esfuerzos constructivos, y buenos actos, recibimos en cambio cosas semejantes, porque: "El hombre recoge lo que ha sembrado".

¿Qué es "ese algo", ese TNT que mueve la Tierra? El poder que hay dentro de cada individuo, y que debe usar, si quiere llegar a ser algo en la vida.

¿Se lo han imaginado ya? Es su verdadero yo, el poder oculto de mente interior, liberado, mediante un propósito dirigido, y destinado a servir a uno en cualquier experiencia, para suprimir cualquier obstáculo y dominar cualquier situación económica, física, mental o espiritual.

¡IMAGINEN LA FUERZA!

Es la fuerza explosiva de lo que se quiere en la vida, dada por el subconsciente, y activada por la fe en uno mismo y la fe en Dios.

¡Cualquier cosa razonablemente concebida, se lleva a la realidad, con tal de que se tenga la fe suficiente en el poder interior!

Ese es su TNT: una imagen mental de lo que desea, y la fe en poder procurárselo.

Es así de sencillo: tan sencillo que hay millones de hombres y mujeres que no lo creen, no se preocupan de comprender su propio poder, prefieren seguir dándose la cabeza contra el muro de piedra de la ceguera voluntaria, la ignorancia y la obstinación, y prosiguen creando toda clase de miseria, pérdidas económicas y mala salud, para ellos mismos, a causa de su erróneo pensamiento.

Recuerden que yo estuve dando tumbos durante treinta años, con un trozo de TNT en el bolsillo. Todo lo que tenía que hacer era echar mano de un poder que me habría evitado mundos de dolor. Pero yo sabía más que los seres felices y triunfantes en torno mío, que hacían uso de dicho poder y me invitaban a compartirlo. Pensaba que podía hacerlo todo por mi mismo, que aquel éxito se debía principalmente a la suerte, y que no se podía contar con la fe ni con ningún dios. Yo estaba expuesto a esta verdad, pero no la aproveché. Me había vacunado contra ella mediante mi actitud de escepticismo.

Esperemos que ustedes no se desesperen tanto como yo, antes de buscar en los bolsillos de sus mentes y hallar en ellos el trocito de TNT.

¿Qué es esto? Han encontrado un explosivo. ¡Bien! Pongan la señal de peligro. Procedan con cautela, y prepárense para la primera explosión en su conciencia, que va a terminar con sus pensamientos erróneos, y ha de abrir un nuevo camino, que cambiará favorablemente todo el curso de sus vidas.



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Libro EL PODER ESTA EN USTED





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